domingo, 29 de junio de 2014

Visita al Museo de Louvre (París)

Por: Mario Morales Charris, 33º
Ex Gran Maestro de la Muy Respetable Gran Logia
del Norte de Colombia



El Museo de Louvre es el museo más famoso del mundo, el más importante de Francia y recibe cada año más de 8 millones y medio de personas lo que le convierte en el más visitado del mundo.

Tras la Revolución francesa que implicó la abolición de la monarquía, el Palacio del Louvre fue destinado (por decreto de mayo de 1791) a funciones artísticas y científicas, concentrándose en él al año siguiente las colecciones de la corona. Parte del Louvre se abrió por primera vez al público como museo el 8 de noviembre de 1793.

Estatua ecuestre de Luís XIV de Bernini

El Museo de Louvre no sólo posee obras de arte en su interior, sino que también el propio edificio es una auténtica joya de la arquitectura. Fue el Palacio Real de los reyes de Francia hasta que Luis XIV decidió trasladar la corte al Palacio de Versalles en 1682. El Palacio fue inicialmente una fortaleza para defender la ciudad construida en el siglo XII que fue posteriormente ampliándose hasta convertirse en un bonito palacio renacentista de 40 hectáreas y 4 niveles en el que hay que destacar sus dos patios, la Gran Galería y sus maravillosas fachadas renacentistas que hay que admirar antes de entrar en el edificio para ver sus infinitas obras de arte.

La colección del Museo de Louvre es tan extensa que sólo una mínima parte se encuentra expuesta al público. Consta de unas 300.000 piezas de las que podemos admirar tan “sólo” unas 35.000. Si decides visitar el Museo de Louvre debes saber que hacer una visita completa es prácticamente imposible dada su extensión (tendrías que caminar unos 14 kilómetros). Por consiguiente, deberás elegir aquellas zonas que desees visitar. Pues, observando detalles de algunas obras de arte, etc. podría tomarte varios días si quieres recorrer este museo seriamente. Las obras de arte que podrás admirar abarcan desde la antigüedad hasta 1848 y son de diferentes procedencias por lo que se clasifican en 8 zonas: Antiguo Oriente, Antiguo Egipto, Antigua Grecia, Etruscas y Romanas, Arte Islámico, Artes Decorativas, Grabados, Escultura y Pintura.

Cuando visites el Museo del Louvre debes decidir qué es lo que quieres ver. Por supuesto no te pierdas su cuadro más famoso, la Mona Lisa, aunque casi seguro que no estarás sólo ante ella.

Salón principal del Museo de Louvre



Salón principal del Museo de Louvre

Para ingresar a los distintos salones de exposición del Louvre, primero debemos pasar por el salón principal. Allí encontramos un módulo de información donde un grupo de funcionarios políglotas que, muy gentilmente, nos orientan y nos entregan un plegable en el idioma preferido para que nos sirva de guía.

Después tomamos la fila para comprar el tiquete de entrada.

No olvidemos que el Museo del Louvre refleja el papel protagonista de Francia como potencia económica y cultural de Europa, y recoge los mejores frutos de la actividad coleccionista y de mecenazgo promovida por sus clases dirigentes a lo largo de varios siglos. Gracias al poder de la Dinastía Borbón y de Napoleón Bonaparte, a campañas arqueológicas y a posteriores adquisiciones, cuenta actualmente con diferentes colecciones de obras de arte provenientes de civilizaciones, culturas y épocas variadas.


Pinturas en el Museo de Louvre

El Louvre alberga varias de las obras maestras del arte universal, que han alcanzado la categoría de icono y que son reconocidas instantáneamente en cualquier lugar del planeta. Aquí se encuentra la Gioconda, acaso la pintura más célebre, debida a Leonardo Da Vinci, así como la Virgen del Canciller Rolin de Jan van Eyck, de Vermeer, la serie de grandes pinturas de La Vida de María de Médicis de Rubens, La coronación de Napoleón de Jacques-Louis Davidy La Libertad guiando al pueblo de Delacroix.


 Pinturas en el Museo de Louvre

Además de las citadas obras maestras, podemos encontrar en el Louvre muchas más obras de autores muy conocidos. El fondo de pintura francesa es colosal, con la mayor colección de obras de Poussin y que abarca un panorama desde la Edad Media hasta Ingres y Géricault. Hay que mencionar el Retrato de Luis XIV de Rigaud, Peregrinación a la isla de Citeray Gilles de Watteau, La gran odalisca de Ingres, La balsa de la Medusa de Géricaultm y La muerte de Sardanápalo de Delacroix.

Sobresale la pintura italiana, con abundantes ejemplos desde Cimabue, Giotto, Fra Angelico (La Coronación de la Virgen), Andrea Mantegna y Paolo Uccello (La Batalla de San Romano) hasta Caravaggio (La muerte de la Virgen), Guido Reni... El repertorio del Renacimiento es singularmente rico, con el conjunto más valioso de Leonardo da Vinci (La Gioconda, La Virgen de las Rocas, San Juan Bautista...) y varias obras de Rafael Sanzio, Tiziano, Andrea del Sarto...

Pinturas en el Museo de Louvre - La boda de Caná (1563)

El fondo de los Países Bajos no es demasiado extenso, aunque incluye ejemplos de primer orden desde Jan van Eyck (Virgen del canciller Rolin), Rogier van der Weyden y Hans Memling hasta Rubens y Van Dyck. El repertorio holandés brilla con Rembrandt (El buey desollado), Frans Hals (La gitana) y Vermeer, con la famosa Encajera y El astrónomo. Entre las contadas muestras alemanas, destaca un Autorretrato de Durero, y las salas de pintura española incluyen a Zurbarán, Murillo, José de Ribera (El patizambo), Goya... Tristemente, ninguno de los cuadros que se asignaban a Velázquez son suyos.

Además de obras de arte, el Louvre tiene una amplia colección de muebles, siendo el objeto más espectacular de esta colección el Bureau du Roi del siglo XVIII, hoy devuelto al Palacio de Versalles.

La Mona Lisa en el Louvre, toda una odisea


Desde el mismo momento en que entramos al Museo de Louvre, nos propusimos como meta visitar la sala donde se encuentra «La Mona Lisa». Caminamos varios kilómetros buscándola, cruzábamos, a la izquierda, a la derecha, seguíamos derecho, en fin, abriéndonos paso entre la multitud de visitantes. Sólo veíamos los avisos y las flechas que nos indicaban la dirección donde se encontraba «La Mona Lisa». Llegó un momento en que nos pasamos muy lejos de su ubicación. Perdimos la ruta, muy cansados estuvimos a punto de “tirar la toalla”. Nos sentamos a descasar unos minutos en una de las bancas que hay en los pasillos. Me decía: ¿Cómo es posible que después de haber ingresado a este majestuoso museo no pueda apreciar la mejor obra de Da Vinci? No nos rendimos, y logramos nuevamente conseguir la señalización hasta entrar al «Salón de los Estados», que se encontraba atestado de turistas, donde se halla el famoso cuadro.


La odisea no terminó ahí. Ahora el problema era cómo hacíamos para aproximarnos, ver el cuadro y sacar unas fotos entre la multitud de personas. Tras muchos empujones y apartando gente conseguimos acercarnos. Todos los presentes querían estar adelante para tomarse fotos con el fondo de la obra. Nadie se quería quitar. Tenían los señores encargados de la seguridad, el trabajo, de ir sacando a los que cometían el objetivo de disparar sus cámaras o celulares.

Que gran satisfacción sentimos cuando alcanzamos cumplir la meta que nos fijamos inicialmente. Valió la pena todo el esfuerzo que hicimos. Conocimos «La Mona Lisa» original de Leonardo de más de quinientos años y nos tomamos unas fotos con ella. Siempre pensamos que era un cuadro muy grande… no, sólo mide menos de un metro de largo por medio de acho aproximadamente.

Después de esta hazaña, ya muy cansados, “no podíamos con las piernas”, pensábamos todavía lo que había que caminar para salir del Louvre y lo que nos esperaba afuera. Esto se los comento en la próxima publicación de «La Plaza de las Pirámides» y «El Jardín de las Tullerías».

Ahora conozcamos algo de «La Mona Lisa» o «La Gioconda». Pues, es una obra pictórica del italiano Leonardo da Vinci. Su nombre (“la alegre”, en castellano) deriva de la tesis más aceptada acerca de la identidad de la modelo: la esposa de Francesco Bartolomeo de Giocondo, que realmente se llamaba Lisa Gherardini, de donde viene su otro nombre: «Mona (“señora”, del italiano antiguo) Lisa».

Es un óleo sobre tabla de álamo, relativamente pequeño de 0,77 por 0,53 m., pintado entre 1503 y 1519, y retocado varias veces por el autor. El cuadro está protegido por múltiples sistemas de seguridad y ambientado a temperatura estable para su preservación óptima. Es revisado constantemente para verificar y prevenir su deterioro.

Por medio de estudios históricos se ha determinado que la modelo podría ser una vecina de Leonardo, que podrían conocerse sus descendientes y que la modelo podría haber estado embarazada. Pese a todas las suposiciones, las respuestas en firme a los varios interrogantes en torno a la obra de arte resultan francamente insuficientes, lo cual genera más curiosidad entre los admiradores del cuadro.

Mona Lisa

La fama de esta pintura no se basa únicamente en la técnica empleada o en su belleza, sino también en los misterios que la rodean. Además, el robo espectacular que sufrió en 1911, las reproducciones realizadas, las diversas obras de arte que se han inspirado en el cuadro, las múltiples referencias literarias, a las numerosas hipótesis sobre la identidad de la protagonista y las parodias existentes contribuyen a convertir a «La Gioconda» en la pintura más famosa de la historia. Es además la última gran obra de Leonardo El retrato es visitado por millones de personas anualmente.

Después de terminar el cuadro, Leonardo llevó su obra a Roma y luego a Francia, donde la conservó hasta su fallecimiento. Se sabe que pasó a manos del rey francés Francisco I, quien la habría comprado, aunque no está claro si fue en 1517, antes de la muerte del artista, o con posterioridad a su fallecimiento en 1519.


Esculturas en el Museo de Louvre

Debemos resaltar las colecciones de esculturas en el Museo de Louvre, la cuales incluyen obras desde las civilizaciones antiguas de Mesopotamia y Egipto hasta el neoclásico (Antonio Canova).


Contienen obras legendarias como los gigantescos toros alados de Mesopotamia, el Código de Hammurabi, la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia o El escriba sentado, de la V dinastía de Egipto. El Louvre cuenta también con un fragmento de friso del Partenón de Atenas. La presencia de estas esculturas fuera de sus lugares de origen, en muchos casos obtenidas por expolio o compras dudosas, ha provocado tensiones entre los franceses y los países afectados, Italia, Grecia y Egipto entre otros. Con todo, hay que reconocer que el hallazgo y envío de tales obras al Louvre garantizó su conservación y difusión masiva.

La escultura de la Edad Media tiene por principal joya la Tumba de Philippe Pot, con el sarcófago sostenido por inquietantes figuras de vestiduras negras. Junto con un relieve de Donatello, destacan el Esclavo moribundo y el Esclavo rebelde de Miguel Ángel y La ninfa de Fontainebleau, que le fue encargada a Benvenuto Cellini por Francisco I.

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