jueves, 18 de diciembre de 2008

Revista «Plancha Masónica» Nº 36


Desde el mes de diciembre de 2008 se encuentra en circulación la «Revista Plancha Masónica» Nº 36, órgano de información de la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia, cuya misión primordial consiste en informar, ilustrar y servir a los altos fines de la Masonería.

Esta vez la revista hace referencia a la «Autoridad Masónica», y por considerarlo de gran interés, nos permitimos publicar el editorial de este número.


EDITORIAL

«LO QUE TU HACES TE HACE»[1]


La Masonería es una noble institución de carácter iniciático, donde no caben las vías de hecho con el ánimo de trastornar el orden legalmente establecido. Ese mismo orden jurídico que como Masones juramos cumplir y respetar.

El verdadero Masón ha de saber que el respeto a la autoridad, a la jerarquía y a la normatividad vigente es un deber de todo hombre de honor. Así mismo debe tener claro, que la única forma de producir cambios profundos y durables en cualquier sociedad es transformando la mentalidad colectiva en ese medio social.

Por esa razón la Masonería no tiene un aparato represivo, como lo tienen las instituciones políticas de la sociedad profana. La Masonería es un poder moral, que está organizado a la manera de un Estado democrático, con su poder ejecutivo, su poder legislativo y su poder judicial. Pero en ese armónico Estado no hay ejército, ni Guardia Suiza, ni nada por el estilo. En consecuencia, la apelación a las vías de hecho para buscar la aceptación de una determinada idea es una actitud profana, grosera y arrogante, que pretende empañar nuestro carácter deliberante, constituyéndose en una forma de trivializar los principios e ideales de nuestra Augusta Institución.

Lo anterior hace referencia a los acontecimientos recientemente protagonizados por algunos hermanos que se fueron de la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia, a los cuales es necesario aclarar que en el mundo Masónico hay logias masculinas, logias femeninas y logias mixtas y cada una tiene derecho a proteger su especificidad, tal como está plasmado en el «Llamamiento de Estrasburgo», documento que se encuentra adjunto a la Constitución y Estatutos Generales de la Gran Logia del Norte de Colombia, formando parte del bloque de constitucionalidad Masónica.

En ese sentido es importante recalcar que todas las Logias de este Gran Oriente son Logias masculinas, jurisdiccionadas a la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia, que también es masculina y que reconoce y trabaja bajo los auspicios del Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que ostenta la cualidad de masculino.

De la misma manera quiero recordar que todos los Masones de esta Potencia Masónica, juramos obedecer y cumplir fielmente la Constitución y los Estatutos de la Gran Logia; las decisiones de las autoridades Masónicas; el reglamento particular de la Logia a la cual pertenecemos, así como los acuerdos que ella dictare por la mayoría de sus miembros, aun cuando sean contrarios a nuestra opinión particular. En ese contexto, la Orden establece que el Masón debe ser «un cordero para obedecer la ley, y un león para para defenderla»[2].

No olvidemos que el fin esencial de la Masonería es el perfeccionamiento integral de cada uno y de todos los Masones, quienes vivimos trabajando permanentemente en aras de lograr una edificación interna de nuestro propio ser, mediante el estudio, la investigación y la acción dialógica que posibilite nuestros fraternales encuentros. Principio normativo de esa ética es conservar la objetividad y la serenidad en todo momento, apartando los odios y buscando la solución racional de todos los problemas.

Finalmente quiero manifestar que en la Gran Logia del Norte de Colombia, toda idea es susceptible de ser analizada y discutida. Lo que significa que no estamos aferrados a concepciones dogmáticas, sino dialécticas. Pero indudablemente, esa discusión no puede caer en el plano personalista, ni llegar al lodazal de los insultos y calumnias, sino que debemos permanecer entre la escuadra y el compás, discutiendo fraternalmente en el terreno de las ideas bien razonadas y expresadas con un lenguaje digno y elegante, que nos diferencie radicalmente del lenguaje tremebundo, que constituye la vida cotidiana de cualquier suburbio.


Fraternalmente,


JOSÉ MORALES MANCHEGO
Gran Maestro

_______________

[1] Divisa de las hermandades de constructores. Véase: Daza, Juan Carlos. Diccionario de la Francmasonería. Ediciones Akal. Madrid, 1997. P. 159.

[2] Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia (fundado en 1833). Liturgia del Grado 30. R:. E:. A:. A:. P. 11.

La Legitimidad de la Revolución Americana

Por: José Stevenson Collante 33º
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia

«Hay tres tipos de revolucionarios: los precursores,
los que la hacen y los que se aprovechan de ella»
NAPOLEÓN BONAPARTE.

Nuestra patria nos es desconocida. Esta es una verdad absoluta porque los historiadores, escritores, etnólogos y políticos que la han recorrido, siempre se encuentran con sorpresas. En cualquier rincón de ella, salen a nuestro encuentro el paisaje ensoñador, los torrentosos ríos, las riberas y el cielo azul de sus dos mares, y en medio de la selva la aldea donde cohabitan las gentes más pobres del país y en sus bohíos nuestros antepasados, mostrando la lección de su trabajo. La abnegación y la bondad de sus atenciones nos ponen a meditar.

Desde 1492 el navegante genovés Cristóbal Colón, el viernes 3 de agosto, en compañía de los hermanos Pinzón (Martín Alonso y Francisco), con Vicente Yáñez, medio hermano de aquellos, y la ayuda de los Reyes Católicos (la reina Isabel de Castilla y su esposo don Fernando de Aragón) inició su épica empresa. Desde el puerto de Palos zarparon las tres naves: La Santa María, la mayor comandada por el Almirante Colón; La Pinta iba piloteada por Martín Alonso Pinzón y La Niña por Vicente Yáñez, el más diestro de los navegantes en la embarcación más debilitada. Sin duda fue este el acontecimiento más importante de ese siglo.

A partir del 12 de octubre, día del descubrimiento de América, el período de La Conquista estuvo marcado por la lucha cruel y despiadada de los ibéricos, contra la paciente resignación de los nativos. Tal parece que la tripulación lujuriosa, sedienta de placeres y riquezas en los setenta días de soledad marina, al llegar a la isla Guanahaní, cuyo nombre cambió Colón por el de «San Salvador», se hubiese enloquecido por tantas maravillas.

Hasta 1545 fueron 53 años de lucha encarnizada y de resistencia heroica y humillante, que los nativos resistieron a los conquistadores enloquecidos.

La Revolución Americana, como toda revolución, expresa una idea compleja. De una parte, el abuso y la avaricia de los conquistadores frente a la defensa connatural de las propiedades y derechos de los nativos; la insurrección por la defensa de sus intereses, la prelación de un nuevo derecho, que es legítimo cuando lo provoca la obstinada aspiración del español de enriquecerse, a como dé lugar; una lucha dispareja entre conquistadores violentos, saqueadores, voraces y crueles contra la resistencia heroica, pasiva de los nativos que todo lo perdieron: su cultura, sus bienes, sus mujeres, su forma de gobierno y hasta la virginidad de sus hijas. En materia de atropellos físicos y morales, el descubrimiento, la Conquista y la Colonia fueron puntos negros en la Historia del Nuevo Mundo y una de las tragedias más vergonzantes de la humanidad durante los siglos XV, XVI Y XVII.

Es un fenómeno histórico universalmente comprobado, que nadar contra la corriente de un río o de la opinión popular es poner en cuestionamiento todas las certidumbres humanas. Por consiguiente, siempre es legítima una revolución cuando la mayoría la solicita en oposición a una aventura, una casualidad, una osadía de la que no se da rigurosa aceptación. Eso fue en líneas generales el descubrimiento de América; una acción dirigida a solucionar la crisis económica de España, desgastada por las continuas guerras contra Francia e Inglaterra. Por eso el convenio firmado entre el genovés y los Reyes Católicos, en el fondo, era un pacto demoníaco de arrasarlo todo, sin caridad y sin el mínimo respeto por los nativos, que eran los grandes ignorados y sacrificados en ese proceso. En este sentido siempre es legítima la defensa, una reacción natural; una revolución cuando la mayoría la solicita, la desea y la realiza, lo cual hace que las revoluciones no sean la moda del día. Al principio solo obran sobre algunos espíritus los síntomas de un dolor oculto. Esta minoría estudia el problema, y mientras se ocupa de esta tarea, se profundiza más y más el malestar interior, el mal se universaliza y se hace cada vez más necesario, mientras que la sociedad exige una solución siempre en aumento, un remedio a su triste condición humana de ser explotados y exterminados. Por esa razón nuestra independencia y la de algunas otras naciones americanas duró más de tres siglos resistiendo paciente y heroicamente.

Ante una precaria situación aparecen las eternas contradicciones, en razón del principio físico «de acción y reacción»; esto es lo que buscan la redención de los oprimidos contra los privilegiados o los que abusan del poder contra aquellos que protestan. Entonces, se forman dos bandos o partidos, unos y otros obstinados en su opinión siguen sistemáticamente su empresa hasta conseguir la ruina o la derrota del contrario. Y como la victoria pertenece al más organizado, al de mayor número, se consume al fin la Revolución con la victoria de uno y la consecuente derrota del otro bando. El Renacimiento, la Reforma Religiosa, la Independencia Americana, la Revolución Francesa, la Revolución Cultural de Mao, la Revolución Industrial de Inglaterra, la Revolución Mexicana de Porfirio Díaz, la Cubana de Fidel Castro con Camilo Cienfuegos y el «Che» Guevara; la del Proletariado de Lenin fueron todas revoluciones cruentas. Anteriormente se decía que si el Renacimiento era considerado como «la madre de las revoluciones», la Reforma Religiosa era considerada «el padre», porque marcaron el comienzo de una revolución artística y cultural, y la otra de una religiosa y política. Hoy lo es la «Internet» y su sistema cibernético de comunicación.

En sentido lato, es legítima una Revolución cuando la provoca la obstinada resistencia del poder constituido por una casta privilegiada contra los cambios exigidos y reclamados por la voluntad popular, la paz pública y las manifestaciones masivas de protesta del sector ofendido, oprimido y humillado de la sociedad civil. Si el juicio de una nación puede extraviarse, si una mayoría puede llegar al estado de demencia, es evidente que no habría ningún criterio para aplicar la legitimidad de una Revolución. Más ya se ha probado que negar la autoridad de la conciencia pública es poner en duda todas las creencias; es negar todas las certidumbres humanas. Por consiguiente, siempre es legítima una revolución, cuando por justas y notorias causas, la mayoría como protesta las desea y las lleva a cabo.

Por lo general, el invasor o el gobierno establecido que maneja los hilos del poder se inquieta menos por atender las exigencias de protesta contra los privilegios o abusos cometidos a los lastimados, los que carecían de derechos humanos y de opinión, los parias de la sociedad. Entonces, como he dicho, se forman dos facciones con intereses diferentes, irreconciliables que siguen sistemáticamente sus propósitos hasta conseguir, al menos, los privilegios del contrario y como al final la victoria pertenece al más poderoso, se consuma la Revolución, donde siempre habrá vencedores y vencidos. Esa es la ley natural en todo proceso revolucionario.

La palabra revolución a algunos les causa espanto, a otros les da miedo y a los pusilánimes, pavor. Sin embargo, desde un punto de vista histórico este vocablo es un cambio de régimen social, religioso, artístico, económico ó político caducos por la instauración de uno nuevo y progresista, que puede afectar o transformar las relaciones de producción, la estructura institucional, la religiosa, la ideológica o a la totalidad de un determinado sistema social de gobierno. Desde luego, que es apenas natural, que ello determina un importante cambio en las relaciones existentes dentro de la lucha de clases por el bienestar social y la supervivencia de la humanidad, y a través de ese proceso transformador, una clase explotada, humillada, puede pasar a ser dominante, activista y progresista. Esa etapa, simplemente entendida, se dice que es revolucionaria. Esa expresión, ahora, a nadie le produce escozor ni desvelos.

En su aspecto primitivo esta palabra no ha sido alterada por el uso. Ignoramos cuando se adoptó en el vocabulario de la ciencia política, es más, creemos que debe atribuirse esta adopción a los filósofos de la escuela neoperipatética, que la doctrina de Aristóteles instauró.

En nuestro lenguaje cotidiano, la palabra Revolución expresa una idea compleja: la insurrección contra un hecho y la consecuente proclamación de un derecho nuevo. Como hemos dicho, es legítima cuando la provoca la obstinada resistencia del poder constituido contra una reforma reclamada imperiosamente por la voluntad popular mayoritaria, es decir, por la voz pública. Por eso, si la sindéresis la pierde la masa popular es evidente que no habría ningún criterio válido para apreciar la legitimidad de una revolución. Más, ya se ha probado que negar la legitimidad de la conciencia pública, es arruinar toda la certidumbre de la conciencia humana.

Esos movimientos revolucionarios a los que me he referido, no nacieron en los conventos ni en las abadías de religiosos donde no había plena libertad de pensamiento, donde la conciencia estaba encarcelada y el libre juego de las ideas progresistas era frenado por el dogmatismo religioso. Fueron los enciclopedistas, los hombres y soldados formados en nuestros Templos Masónicos los que con su tríptico lema revolucionario sembraron en las mentes jóvenes, las ideas filosóficas generadas por Voltaire, D'alembert, Rousseau y tantos otros, que lograron impulsar a las masas populares nuevas ideas, que transformaron las costumbres y el sistema de gobierno donde tuvieron vigencia. En ese sentido la Revolución Francesa, toma el modelo de la Americana, realizada por Washington, La Fayette, Jefferson, Rochambeau para derrotar a los ingleses en Trento y Yorktown en 1781. Estos patriotas norteamericanos fueron soldados de la libertad salidos de los Templos Masónicos.

Un célebre pensador español contemporáneo, José Ortega y Gasset, ha apuntado que las rebeliones se hacen contra los abusos de poder, mientras que las revoluciones son dirigidas contra los usos de un sistema de gobierno obsoleto, y como tal, lleno de vicios administrativos y éticos, con el único propósito de fortalecer una crisis económica a como diere lugar. En este sentido, el mismo filósofo español había expresado que «el revolucionario no se rebela contra los abusos, sino contra los usos». Cuán elocuente y orientadora fue la manifestación del emperador Napoleón Bonaparte cuando afirmaba: «los hombres que han cambiado la paz del universo, jamás lo han conseguido dirigiéndose a los jefes, sino agitando las muchedumbres». El primer procedimiento es de intriga y no produce sino efectos secundarios. El segundo es la marca del genio y cambia el aspecto del mundo. En este sentido, nuestros libertadores, Bolívar y Santander, Juárez y Martí, Washington y Miranda, Ghandi y Martin Luther King a nivel universal, y Gaitán y López Michelsen, en el panorama nacional fueron revolucionarios en toda la extensión de la palabra.

Un régimen tiránico puede ser derrocado por un pueblo atormentado en plena rebeldía, cuando los gobernantes han abusado del poder. Pero, cuando el movimiento se dirige contra las instituciones que abusan continuamente del poder en forma determinada, se tiene una revolución, que todos sabemos cómo comienza, pero no cómo termina; la Independencia Americana y la Revolución Francesa son ejemplos clásicos de estas referencias.

Conviene recordar que muchos de los criollos de Nueva Granada, Venezuela, Ecuador, Chile, Perú, Argentina, Centro América y México, por los acontecimientos políticos que se dieron en Europa y la influencia y efectos de la Revolución Francesa, anhelaban la independencia de las Colonias Americanas de la Corona Española. Durante sus viajes de negocios, unos y otros, con fines de estudio a los países, a su paso obligatorio por las Islas Antillanas, muchos de ellos hicieron contacto con miembros de Logias Masónicas existentes en dichas Islas y se iniciaron ingresando a dichos Talleres por estar de acuerdo con sus ideales y sus principios democráticos de libertad, además de su franca oposición a los gobiernos absolutistas y despóticos. Los miembros de las logias patrocinadas por el General Francisco de Miranda tenían especial interés en controlar la llegada de los americanos al puerto de Cádiz, puerta de oro, y a las ciudades de Madrid, Paris y Londres, con el propósito de estudiarlos, atraerlos y formarlos en la causa de la emancipación americana, haciéndolos miembros de las Logias Mirandistas, las cuales tenían por fin lograr la independencia de las colonias españolas en el Nuevo Continente.

Los refugiados políticos de América encontraban buen ambiente en la isla de Jamaica, punto geográfico de tráfico marítimo obligado con los países europeos, y eran bien recibidos, ya que, bajo el pabellón inglés, todo perseguido político o religioso, gozaba de amplia libertad y protección. Así mismo, en la Capitanía de Guatemala, en la Isla Martinica (colonia francesa), en Puerto España (isla de Trinidad) colonia inglesa, y en la Isla francesa Antigua se fundan logias donde muchos suramericanos fueron iniciados. Eso, desde luego, favoreció la labor de adoctrinamiento del General De Miranda, el «Precursor de la Independencia Americana» y el éxito la Revolución Suramericana.

sábado, 15 de noviembre de 2008

La Iluminación Masónica como fuente de Inspiración para momentos difíciles

Por: Fidel Llinás Zurita A.·. M.·.
Resp.·. Logia Lealtad No. 7

«Por muy oscura y larga que sea la noche algún día amanece»
Proverbio chino.
A MODO DE INTRODUCCIÓN
En calidad de Aprendiz según el Rito Escocés Antiguo y Aceptado tengo la pasión intelectual de escribir mi primer trabajo y que no será el último, porque vendrán muchos más… En nombre del Gran Arquitecto del Universo, el tema a trabajar es la iluminación que ha sido siempre una reflexión perenne en todo el ámbito de mi devenir personal y estas son las razones:

La primera, la iluminación a modo de fuerza simbólica a través de los diversos saberes, la antropología, la religión, la filosofía y otros conocimientos; la segunda, la iluminación como motivo y objeto de estudio a partir del momento en que me inicie en esta Benemérita Logia; la tercera y novísima, la iluminación a manera de lo que significa para un Masón comprometido cuando se le viene la oscuridad, ya sea en la Orden o fuera de ella. Espero con este breve ensayo sobre la iluminación contribuir a la grandeza histórico-filosófica de esta gran Orden Masónica.
I
La iluminación en los diversos saberes. La iluminación en la antropología cultural siempre ha significado para el ser humano un símbolo vital hasta llegar a la trascendencia. Éste creó el fuego como defensa, como algo material hasta llegar a lo más sublime, la luz en su visión espiritual. La luz material, se dio gracias al mecanismo de la defensa de la vida y de la supervivencia contra el medio hostil que le circundaba con los animales salvajes, además como medio para ampararse del frío natural en que vivía y no olvidar el aspecto del cocido en su nueva dieta alimenticia llena en proteínas, para el ascenso de la humanización; este paso decisivo del ser humano hasta alcanzar lo espiritual a través de la inspiración estética, en donde dio luz a las cavernas en la diversidad de dibujos que representaban su diario vivir, muestra de ello las pinturas de Altamira; pero no habría que olvidar que en todas ellas existió algo común al compartir en el doble sentido: la familia y la comunidad.

La iluminación en el plano filosófico primó en el carácter trascendental, uno de los primeros en hacer esa reflexión fue Heráclito de Efeso quien a través del fuego vio el origen y final de todas las cosas creadas en la transformación, el cambio, el contraste y la armonía; pero el gran sistemático fue Platón, quien con su «Alegoría de la Caverna»[1] explicó cómo tenia que salir el ser humano de la caverna, la esclavitud, la oscuridad hasta llegar a la luz, fuente de toda verdad y virtud, además de las implicaciones que conllevaba ésta, cuando se les hablaban a esos obstinados esclavos que amaban las cadenas de la ignorancia y de la muerte.

La filosofía y la religión hacen una simbiosis, en donde la iluminación toma un matiz interesante: la luz es lo espiritual, la oscuridad el mal, lo corporal. Pero cabe agregar la nueva visión religiosa sobre la iluminación que se inició con las fiestas profanas o paganas de las famosas saturnales y francachelas, carnavales símbolos del festín y el desenfreno; el cristianismo se apropió de esa «luz impura» para dignificarla a través de la pureza y de la blancura, las cuales se reflejan en las fiestas sagradas, tales como: la Concepción de Marìa y la Presentación de Jesús ante el templo y otras, para no mencionar.

Quien heredó esta tradición de la iluminación desde la perspectiva helénico – romana fue el cristiano africano de Agustín de Hipona, pero dándole un enfoque a partir de la verdad eterna que se puede alcanzar a partir de la memoria, el conocimiento y de la distinción de los datos sensoriales. Hasta tal punto que descubrió la verdad de la iluminación de Dios desde la interioridad: «Oh verdad eterna tarde te encontré tarde te hallé te andaba buscando fuera de mi y tu estabas dentro de mi»[2]. El escolástico más representativo que tuvo la edad media fue Tomás de Aquino quien percibió la iluminación de la siguiente manera: «Oh creador inefable fuente de luz líbrame de las dobles tinieblas en que he nacido, es decir la ignorancia y el pecado»[3]. Para salir de estas tinieblas el aquinate afirmaba que había que seguir el estudio riguroso e investigativo y las buenas virtudes para alcanzar la felicidad.

La preocupación por la iluminación que era objeto de estudio sólo en el plano espiritual dio paso a la visión científica gracias a las relecturas de Platón neoplatónicos, árabes, que introdujeron el concepto de las matemáticas y de infinitud. Esta nueva visión influyó en los cristianos católicos, Nicolás Copérnico, Galileo Galilei y el protestante Johanes Kepler quienes adoptaron la teoría científica del heliocentrismo al afirmar que: «el Sol es el centro del universo» y referente central, mas no la Tierra y por defender este «chispazo divino» casi les cuesta sus vidas a estos dos científicos en la hoguera por parte de la «Santa Inquisición».

La iluminación tiene su apogeo en el mundo seglar llamado por los historiadores «El Siglo de las Luces, o Iluminismo» en donde se pregonaron tres pilares de la humanidad que aún tiene fuerza entre nosotros: «libertad, igualdad y fraternidad»; estas columnas que nacieron en el seno de nuestra Orden Masónica, ocupa lugar privilegiado, porque nuestros hermanos predecesores tanto en Europa (Juan Jacobo Rousseau, François-Marie Arouet conocido como Voltaire y otros) como en América (George Washington, Simón Bolívar, José Martì y otros) pregonaron el espíritu emancipatorio y le dieron una visión más justa y humanista. Todos estos pasajes mencionados en la iluminación a través del prisma filosófico fueron las motivaciones para escoger este grandioso tema que tiene vigencia, por el momento significativo en que estoy viviendo.
II
El lapso de la iniciación en la Orden Masónica marcó en mi vida dos períodos paradigmáticos: el profano y el ninc et nunc (el aquí y el ahora); éste último estadio de mi vida es la razón suficiente para compartir con los hermanos este Taller; en este ahora recuerdo tres instancias que me invitan a presentar este trabajo:

Un primer momento, cuando fui preparado y llevado por un hermano a la Cám.·. de Refle.·., en ese instante me sentí nada y ante la oscuridad, obviamente, temor; pero sólo me acompañó esa luz tenue que me proporcionaba la oportunidad para pensar mi vida a partir de esas cuatro preguntas que derrumbó el paradigma profano en donde me encontraba: «¿Qué deberes tiene el hombre para con Dios? ¿Qué deberes tiene el hombre con sus semejantes? ¿Qué deberes el hombre para consigo mismo? ¿Qué memoria desearía usted dejar de su paso por la tierra?» Estos interrogantes fueron respondidos gracias a esa pequeña luz débil y que, analógicamente simbolizaba ese faro que proyectaba a mis ojos, la luz que me guiaría a escribir y a contestar las preguntas - problemas; y, de paso me llevaría a llenarme de valor por esta «aventura» de atreverme a pensar con cabeza propia sobre el destino de mi vida.

El segundo santiamén fueron las llamas que sentí en el tercer viaje que me alegró el corazón porque encontraba respuesta al decadente humanismo que se vive hoy en día: amar al prójimo. Y con este imperativo categórico sea la consigna que deba arder constantemente en nuestro pecho. Y para esto hay que encontrarse con los llamado de los preceptos de la moral universal: «No hagas con otro lo que no quieras que te hagan a ti»; y la concreción y opción por el otro cuando se afirma: «Procede con los demás como desearías que procedieran contigo».

Asimismo, el significado de las llamas me hizo recordar el pasaje del texto de la alegoría de Platón cuando el filósofo, o en el caso concreto el Masón debe ir en defensa por la verdad y la justicia; de ahí encuentro, a mi modo de percibir el papel profético de la Masonería en darse al sacrificio por estos valores que son violentados cotidianamente en el medio profano.

El último lapso que marcó mi vida fue cuando se dio la Reanudación de los Trabajos; el Venerable Maestro con la aprobación y el consentimiento de todos los hermanos, quienes nos dieron la luz, para salir de la oscuridad; al momento de recibir la gran luz del Templo, me cegó repentinamente por no estar preparado para recibir la luz inmortal, la cual necesitará de la virtud y de la ciencia. La virtud se adquiere en la constancia de tener buenos hábitos que nos lleven al justo medio, tarea difícil más no imposible, porque somos seres humanos apasionados; el ser virtuoso se consigue con el esfuerzo, la disciplina. El hacer ciencia es alcanzar la episteme, es decir: el conocimiento a partir del estudio riguroso de encontrar la verdad[4], en la investigación; pero no sólo en ésta, ya que la verdad venga de dónde venga es la verdad, se puede aprender del niño, de la persona sencilla, del religioso e inclusive del profano. Estos tres momentos me ayudaron a construir la tercera parte del trabajo. Manifiesto que en calidad de Aprendiz me voy a atrever a hablar de la filosofía Masónica; espero que este ensayo apunte teleològicamente al espíritu de la Orden… de lo contrario esperaré las críticas de una forma abierta y fraternal.
III
A MODO DE CONCLUSIÓN
El Masón en la iluminación está llamado a ser luz, primero en la Orden y luego en el mundo profano; una manera de permanecer en la luz es respetar el espíritu de la Orden que fue diseñado para una comunidad perfecta pero con hombres imperfectos, «el justo peca siete veces al día» decía el Salmista, entonces que será del pecador que peca setenta veces siete; «nada de lo humano me es extraño» decía Pablo; pero aquí está el secreto de ser perfectos, sino podemos, al menos intentarlo, es una tarea ardua, dura, pero posible de alcanzar. Para alcanzarla es necesario sensibilidad por el otro en la fraternidad que será la piedra angular para seguir en pie de lucha contra las ignominias del humanismo, para ello necesitamos de la Orden con el apoyo de los hermanos. Otra base debe ser el estudio para salir de las tinieblas y errores en que siempre caemos, y a veces hasta reincidimos; y peor aún, también en la ignorancia, que es la más atrevida de todas las oscuridades.

El estudio debe estar inserto en la realidad, para ello debemos valernos de la Sagrada Escritura, la Constitución y los Estatutos de la Orden como luz y confrontarlas con los periódicos y otros medios de comunicación que nos desvirtúan y desinforman la cruda realidad de opresión, miseria, injusticia, cosificación del ser humano, pérdida de identidad, etc. Estos antivalores deben preocuparnos, para batallar y no caer en la desgracia del desconocimiento de la realidad.

Ser luz dentro de la comunidad debe ser el eje que nos ayude para afrontar las vicisitudes, para ello se necesita que el primero entre nosotros deba iluminar y servir a los demás hermanos sin distinción alguna, y no quedarse en el contemplar, sino dar del fruto de lo contemplado, es decir, que no sea egoísta en la vanidad académica, más bien que sea sensible en ayudar al hermano como par, no con falsos paternalismos que inducen al hermano, como diría Emmanuel Kant a la pereza y a la cobardía de pensar con cabeza prestada.

El espíritu pluralista debe permanecer en la Orden Masónica, para que la riqueza se dé en la diversidad y sea un espacio para respetar el disenso, la diferencia, pero respetando las instancias de la Masonería que no es una línea vertical -a mi modo de ver- más bien una brecha en donde se puedan compartir experiencias, conocimientos, pero siguiendo la directriz del respeto: «no hay títulos más alto y más meritorio para un Masón que el de llevar una vida activa y laboriosa»[5]. Como no hay nivel más alto que el sublime grado de Maestro Masón (en el simbolismo); nosotros hemos sido testigos del aporte histórico de la Masonería por medio del amor fraterno y del afecto a los diferentes seguidores en los diversos caminos espirituales de donde procedían, pero que apuntaron a los principios emancipadores de la humanidad y se congregaron para tener un solo sentir y un solo compartir, nota distintiva que caracteriza el Espíritu Masónico, he aquí la impronta que se deba resaltar.

Los hermanos comprometidos en la Logia que tengan comportamiento virtuoso y confíen en el Gran Arquitecto del Universo, no se les negará ninguno de los derechos, luces y beneficios que la Orden Masónica proporciona a los mayores de edad que quieren crecer en la comunidad. Recordando la antigua comunidad cristiana en donde los profanos, bárbaros, se admiraban de su estilo de vida cuando observaban: que bueno y agradable que los hermanos moraran juntos en una sola unidad, pero cada uno rogando al Gran Arquitecto del Universo a la contribución comunitaria, acorde a sus capacidades.
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[1] Véase Liturgia para el Grado de Aprendiz Masón R.·. E.·. A.·. A.·., Pág. 41

[2] Se entiende por verdad la adecuación de la mente con la cosa, es decir, el objeto, la realidad.

[3] Véase Platón. La Republica. Libro VII

[4] Véase Agustín. Confesiones, libro

[5] Véase Tomás de Aquino. La Oración Antes del Estudio

sábado, 19 de julio de 2008

Se fue el amigo, el altruista y el gran Masón


Por: Mario Morales Charris 33º
Past Ven.·. Maest.·. Resp.·. Log.·. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia
Pres.·. Gran Consejo de Cab.·. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám.·. 30°

«La vida puede prolongarse con la medicina,
pero la muerte se apodera hasta del médico»

William Shakespeare
(1)


Lo conocimos hace veintiocho años y medio cuando nos iniciamos –el 15 de febrero de 1980– en la Respetable Logia Triple Alianza No. 2, jurisdiccionada a la Muy Respetable Gran Logia Nacional de Colombia, cuando esta magna Institución funcionaba en la calle 39 No. 41 – 56. Tiempo después, al afiliarnos a la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia, como algún día lo manifestó el “Poeta Indio” y premio nóbel de literatura en 1913, Rabindranatb Tagore, “no tengo palabras con qué expresarle mi inmensa alegría de ver, a través de todas las cosas, la luz que brota de nosotros mismos” cuando me reencontré con mis viejos amigos, dentro de los cuales se encontraba el Ilustre y Poderoso Hermano Leonello Marthe Zapata, quien el 18 de julio del presente año se nos adelantó al camino a donde todos nosotros, tarde o temprano, tenemos que ir: al Oriente Eterno.

La vida de la mayor parte de los seres humanos no es más que una lucha permanente por su existencia misma, con la seguridad de perderla de todas maneras; sin embargo, lo que le hace mantenerse en esta penosa hostilidad no es tanto el amor a la vida sino el temor a la muerte. Pero somos testigo que el hermano Leonello Marthe no le temía a la muerte; conocíamos su modo de pensar, tenía claro el concepto de lo que es la vida y la evolución de las especies y/o de los seres vivos. En cierta ocasión le escuchamos una conferencia sobre esta temática en la Respetable Logia Nueva Alianza No. 2, y tuvimos la oportunidad, junto con los hermanos Alberto Donado Comas y Agustín Puello Acuña, de acompañarlo en diversas ocasiones en los periplos que hacía al interior del Cementerio Universal, pasando revista a los trabajos que allí se hacen a diario, propios de un camposanto. En estas caminatas muchas veces se tocó el tema de la muerte, de ahí que nos atrevamos a señalar la concepción que tenía este gran hermano sobre la vida y la muerte, tanto es así que llegó a publicar un libro de poemas dedicados a la muerte: «Los Cantores de la Muerte».

El hermano Leonello se destacó por ser un hombre virtuoso, franco, fiel cumplidor de su deber, de carácter, de una recia personalidad, en otras palabras fue un Masón integral; le molestaba cuando alguien llegaba tarde a una reunión, o cuando un Masón violaba una norma, en este sentido era muy estricto. Por estos motivos tuvo algunos contradictores, que incluso después de su paso a la Logia de la Eternidad llegaron a decir, por la Internet, que “… discreparon de sus ideas y posturas ortodoxas y dogmáticamente masónicas y ateístas…”, que “… guardó una actitud conservadora y radical…”, que “… Son mis más sinceros deseos que el recuerdo de las ejecutorias del Q.·. H.·. Leonello Marthe Zapata se constituya en una oportunidad más para unirnos en torno al progreso de la Masonería, y que como dice la liturgia que acabamos de celebrar “... que la caridad nos incline a correr un velo sobre sus debilidades,...” Todo esto nos demuestra que fue un hermano de una cultura envidiable, sus charlas eran tan profundas como exquisitas y las posiciones que tomaba en torno a un tema generaban controversias entre algunos hermanos que no lograron entenderlo. Él era amigo de sus amigos, pues como decía el famoso filósofo Pitágoras: “Son nuestros amigos los que nos señalan nuestras faltas, no los que nos adulan”(2) , y ese era el hermano Leonello.

Sin duda alguna tuvo un liderazgo en la Orden Masónica y una condición intelectual que lo llevó a conducir instituciones sin ánimo de lucro de una manera ejemplar como la Sociedad Hermanos de la Caridad desde el 27 de marzo de 1987 hasta cuando dejó de existir.

Con tesón, empuje y mística le imprimió a este organismo un ritmo de trabajo impresionante para rescatar el Cementerio Universal, que estaba por perderse. Si no hubiese sido por él, hoy no tuviéramos ese patrimonio histórico y económico que con mucho orgullo lo damos a conocer local, nacional e internacionalmente.

Es a través de este patrimonio por el cual sacamos a relucir las obras que desarrollamos los Masones de la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia:

  • Publicaciones de libros, revistas Plancha Masónica, el Misionero, Poemario, etc.
  • Funcionamiento de la Biblioteca Pública Julio Hoenigsberg.
  • Actos culturales.
  • Becas a estudiantes sin recursos económicos en diferentes universidades de la ciudad de Barranquilla.
  • Préstamos de sillas de rueda a personas necesitadas.
  • Ayuda económica a esposas de hermanos que pasaron al Oriente Eterno y quedaron desamparadas.
  • Donación de válvulas de Jakim para niños con hidrocefalia y sin recursos económicos.
  • Contribución económica para el funcionamiento del Liceo del Norte de Colombia en el que estudian niños de estrato uno.
  • Contribución económica a otras instituciones sin ánimo de lucro.

Además, nos dejó otra obra próximamente a inaugurarse: La Funeraria Universal que no pudo verla finalizada y como hecho curioso se la estrenó en sus exequias para el ritual fúnebre Masónico que le hicimos el 20 de julio.

Como hombre de academia, investigador y ávido lector, logró construir una biblioteca en su residencia, la que tuvimos oportunidad de conocer, y que muy pocos profesionales la tienen en nuestra ciudad. Ese perfil de investigador le hizo publicar, a través de la Editorial Grijalbo, obras como: Cartas desde la Trinchera y El Aborto en Colombia; después publicó Historia de la Sociedad de Hermanos de la Caridad y Los Poetas Cantores de la Muerte. Asimismo, se propuso revivir en una segunda época la revista El Misionero. El primer número salió el 9 de mayo de 1992 y desde entonces logró publicar 64 números. “Realmente son pocas las publicaciones divulgadoras de la cultura y con contenido fundamentalmente humanista que llegan a esta cifra”, nos decía el hermano Leonello en el editorial del Misionero No. 50. También, en el último párrafo del mismo editorial nos hace una recomendación: “Hoy, después de su nuevo renacimiento, esperamos que nuestra Sociedad Hermanos de la Caridad y sus directivos, continúen con esta obra literaria que es un ejemplo para las sociedades sin ánimo de lucro, que cumplen estrictamente con los principios esenciales de su existencia”.

Por ese rasgo de intelectual que profesaba, lo recordamos mucho, sobre todo cuando sacaba su “libretita roja” del bolsillo de la camisa, donde tenía anotado temas importantes de la literatura en general y muchas curiosidades. En ella, algún día nos pidió que le anotáramos, al escucharnos, la palabra simple más larga que existe en nuestro idioma: «pentaquismirioexaquisquiliotetracoxioexacontapentagonalis», es el nombre del polígono de 5.645 lados.

Otro día muy temprano nos llamó por teléfono para felicitarnos, porque nuestro nombre aparecía citado dos veces en el libro «El Registro Oculto», escrito por la historiadora Adelaida Sourdís Nájera y publicado por la Academia Colombiana de Historia. La autora nos cita porque se leyó el opúsculo «Reflexiones Masónicas sobre un Artículo Farisaico» que escribimos en febrero de 1999. La última vez que nos llamó, en marzo de este año, fue para decirnos que nos iba a publicar en El Misionero el ensayo La Música Masónica de Mozart que había aparecido en la revista Dominical del diario El Heraldo el 22 de enero de enero de 2006. Por esta razón en la última revista (El Misionero No. 64) aparecen publicado dos ensayos de nuestra autoría.

Como hemos podido ver muy brevemente, el hermano Leonello era un hombre estudioso, recto, sincero, que se preocupaba por sus amigos; diríamos que reunía todos los requisitos de las tres clases de hombres para ser amigo, definidas por Confucio. Este filósofo chino nos enseña que “hay tres clases de hombres con los que resulta útil unirse en amistad: los hombres rectos, los hombres sinceros y los hombres que han aprendido mucho” (3).

En cuanto a la carrera Masónica de este gran hermano, debemos resaltar que el 3 de marzo del 2000, el Supremo Consejo de Francia lo designó como el representante de la Francmasonería francesa en Colombia.

Entre el 6 y el 8 de septiembre del 2001 asistió, en representación de la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia, a la Convención de París, convocada por el Gran Oriente de Francia.

El 23 de marzo de 2002 se posesionó como Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para Colombia. Cargo que desempeñó con lujo de competencia para regir los destinos de la Masonería en nuestro país. En efecto, fue reelegido tres veces y ya cuando su salud comenzó a desmejorarse, renunció el 25 de mayo del presente año. Es de anotar que ha sido el único Masón de Barranquilla en alcanzar tan alta dignidad.

Entre el 9 y 12 de mayo de 2002, con la investidura de Soberano Gran Comendador, acompañó al Muy Respetable Gran Maestro, Alberto Donado comas al coloquio y asamblea general de CLIPSAS, celebrada en la ciudad de Curitiba, Brasil.

Para finalizar estas líneas, les somos franco a nuestros lectores que no ha sido nada fácil escribirlas por el gran aprecio y cariño que le hemos tenido al hermano Leonello. Muchas veces debimos levantarnos del frente de la computadora porque nuestras lágrimas se asomaban y nuestra mente quedaba en blanco. Nos sobreponíamos con esfuerzo para lograr aceptar tan lamentable pérdida.

El hermano Leonello se fue físicamente para el Oriente Eterno, pero por su obra que dejó en su breve paso sobre la tierra estará siempre vivo en nuestras mentes. ¿Cómo olvidar a un hermano de ese talante?

Para reflexionar: el científico, inventor, político y hermano Masón, Benjamín Franklin nos decía: “un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano” (4).


Hermano Leonello… Id y descansar en paz..!

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(1) Vargas Rojas, Pedro Ignacio. DICCIONARIO DE MÁXIMAS. Vol. 2. Editorial Printer Latinoamericana Ltda. Círculo de Lectores, S. A. Primera impresión. Bogotá. Abril de 1993. P. 190.

(2) Idem. Vol 1. P. 34.

(3) Ducourant, Bernard. SABIDURÍA CHINA: Sus Proverbios y sus Sentencias. Ediciones Martínez Roca., S. A. Barcelona, España. 1997. P. 134.

(4) Vargas Rojas, Pedro Ignacio. Op. Cit. Vol. 2. P. 30.

viernes, 21 de marzo de 2008

No a la discriminación


Mario Morales Charris

Este es un espacio abierto al debate y a la reflexión de toda clase de temas, pero en especial al relacionado a la Masonería. En efecto, debe reinar la mayor DISCRECIÓN y TOLERANCIA en todas sus formas.

Nuestro pensamiento es, ha sido y será siendo, que somos una verdadera Cadena de Unión Universal. Por principio le decimos NO a cualquier tipo de discriminación, venga de donde viniere. Por ello nos oponemos a la discriminación de género al interior de nuestra Orden.

De todos los hermanos y hermanas es sabido que Los Antiguos Usos de la Francmasonería nos enseña que debemos respetar y obedecer la Constitución y las leyes del país de la jurisdicción. Hoy, en este mundo de la post-modernidad, donde todos somos iguales, la gran mayoría de los países tienen consignado en su Constitución Política la no discriminación de género. Sin embargo, no venimos cumpliendo cabalmente este precepto que hemos jurado cumplir. Para el caso de Colombia, violamos flagrantemente uno de los derechos fundamentales de la mujer (Artículos 13 y 43 de la Constitución Política). Peor aún, es una fehaciente violación a la Declaración Universal de los Derechos Humanos Adoptada y proclamada por las Naciones Unidas mediante Resolución 217 de la Asamblea General del 10 de diciembre de 1948, que tanto nos comprometemos respetar en nuestra Institución. Por consiguiente, somos del criterio que debemos dar ejemplo de fieles cumplidores de las leyes y de nuestros principios franqueándole la entrada a la mujer a nuestros augustos misterios para que participe en los trabajos de nuestras Logias en iguales condiciones que el varón. Es que la mujer debe vivir a la par con el hombre y no a sus pies como un juguete hermoso, nos decía nuestro Q:. H:. José Martí.


Además de lo anterior tampoco hacemos distinción de Ritos, organizaciones, Grandes Logias, Supremos Consejos, Jurisdicciones u Obediencias. Es un punto de encuentro para buscar la unidad que la Familia Masónica necesita, por el bien de la Humanidad.

Pero también pueden participar, en estos foros de reflexión, todas aquellas personas que tienen la virtud de ser libres y de buenas costumbres que no se hayan iniciado en nuestra Orden.

Siendo así, ..¡Servíos anunciar en vuestras Columnas respectivas que están abiertas las reflexiones en bien general de nuestra Orden y en particular de este respetable foro..!

Bienvenidos Queridos Hermanos, Hermanas y amigos en general ..!

martes, 26 de febrero de 2008

Logia y Gran Logia

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Por: Mario Morales Charris 33º
Ven.·. Maest.·. Resp.·. Log.·. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia
Pres.·. Gran Consejo de Cab.·. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám.·. 30°


Logia
Es el lugar donde se reúnen los Francmasones para realizar sus Trabajos, o sea donde estudian y reflexionan sobre determinados temas. Asimismo a las reuniones de la Logia se les denomina Taller. Luego, una Logia es un Taller de iniciación, una escuela de enseñanza, un Templo o un Santuario donde se debaten, descubren, explican y analizan los distintos temas científicos, históricos, culturales, etc., mediante métodos acordes con la razón.

Desde la antigüedad se ha acostumbrado que al lado o cerca de toda construcción u obra arquitectónica (catedrales, castillos, abadías, etc.) se levante una pequeña bodega o casucha llamada en alemán Hüte (Logia) equivalente a la palabra latina Macerice, donde se guardan las herramientas, documentos y algunos equipos de construcción, como también insumos o ciertas materias primas de algún valor para utilizarlas en dichas labores. Esta costumbre se conserva aún hoy en día, y desde entonces allí se reúnen los obreros y oficiales después de sus faenas para tratar asuntos inherentes a los mismos, con la diferencia de que los constructores de la Edad Media discutían, además, los negocios que no debían ser conocidos por la multitud; por tanto, lo hacían a cubierto. Simbólicamente así se reúnen hoy los Masones en la Logia.

Gran Logia

Dentro de las colectividades debidamente organizadas que dirigían grandes obras arquitectónicas y más antiguas de la que se tenga conocimiento, podemos mencionar la de York[1], creada en el 926 para Inglaterra; la de Estrasburgo[2] (Francia) en 1459, año en que las Logias de Alemania se pusieron bajo su obediencia en la Asamblea de Ratisbona[3] (Alemania) y en donde fue aprobado el documento intitulado: «Estatutos de la Asociación de Talladores de Piedra y de Constructores». Destacamos igualmente la de Suiza en el siglo XV, quien guardaba independencia en Berna y luego trasladada a Zurich, pero en momentos difíciles acudía a Estrasburgo; del mismo modo la de Viena, quien tenía bajo su jurisdicción las de Estiria y las de Hungría, también guardaba independencia y acudía a Estrasburgo como la anterior. Asimismo, de acuerdo a los Estatutos Schaw[4], documento elaborado el 28 de diciembre de 1598, en Edimburgo (Escocia), podemos observar la organización de las Logias Operativas, en ese entonces administradas por un Vigilante General (lo que sería hoy un Gran Maestro). En dicho documento se consignan los Estatutos y Ordenanzas que deben observar todos los Maestros Masones establecidos bajo el reino de Jacobo VI, representado por el Maestro de Obras William Schaw. Tiempo después, la Gran Logia de Inglaterra, creada en la ciudad de York en 1705, descendiente de las Logias Operativas, toma la organización establecida en los Estatutos Schaw, pero ya en esa época denomina a la federación de Logias: Gran Logia y a su representante administrativo: Gran Maestro. Más tarde, en 1717 nace la Gran Logia Unida de Inglaterra como una Institución moderna, donde sus miembros ya no son solamente constructores. En esta época encontramos filósofos, médicos, abogados, etc., y con distintos credos religiosos.
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[1] Gran Logia del Norte de Colombia. ANTIGUOS DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA –Manuscritos antes de 1717– Morales Charris, Mario, compilador. Ediciones Cencys 21. Barranquilla, Colombia. Marzo de 2004. Pp. 15-16.

[2] Gran Logia del Norte de Colombia. Op Cit. Pp. 65-76.

[3] Id. Pp. 77-84.

[4] Ib. Pp. 95-98.
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miércoles, 20 de febrero de 2008

Masón o Masona y Francmasón o Francmasona

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Por: Mario Morales Charris 33º
Ven.·. Maest.·. Resp.·. Log.·. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia
Pres.·. Gran Consejo de Cab.·. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám.·. 30°


El término Masón o Masona, según el diccionario de la Real Academia Española[1], proviene del francés maçon, y este del latín medieval macĭo, -ŏnis, que traduce albañil, de origen germánico. Que pertenece a la Masonería. Y Francmasón[2] o Francmasona, también procede del francés fracmaçon: franc (libre) y maçon (albañil). Persona que pertenece a la francmasonería. En francés, fracmaçonnerie o albañilería. La versión en inglés: free mason, traduce albañil libre. Sin embargo, el filósofo francés y tratadista Masónico Serge Raynaud de la Ferrière[3] nos enseña que el origen de la palabra «Francmasón» se deriva de «Franqueza», término que fue acordado en el medioevo por ciertos grupos del oficio. El término «free mason», vendría de «free stone» (piedra libre, piedra tierna) por oposición a la piedra dura que empleaban los «Roug masons» (manos de obra devastadores de la piedra bruta). Pero algunos han señalado igualmente que «free stone», no es otra cosa que la traducción de «franchepere», francés antiguo, en el cual el adjetivo «franco» significa «de excelente calidad» y con el que trabaja el «masoune» (vieja palabra francesa para designar el obrero masón).

Al respecto, el historiador y político español Ricardo de la Cierva y de Hoces[4] manifiesta que el término «Francmasón» se empezó a utilizar en Inglaterra como en Francia durante el siglo XII, aunque el primer documento inglés donde aparece es de 1376. Esto se justifica porque el idioma francés se impuso en Inglaterra a raíz de la victoria en 1066 de Guillermo el Conquistador, Duque de Normandía, sobre los sajones en Hastings y tuvo mayor ingerencia en Escocia por la vinculación de la Orden de los Caballeros Templarios, de origen francés, con la realeza.

Según José María Ragón[5] (1781 – 1862), literato francés, uno de los Masones Más distinguidos de su época y de los escritores más notables de la Orden, planteaba que el título calificativo de Masón, sólo debe aplicarse a los obreros constructores o miembros de corporaciones de albañilería o arquitectura material, en tanto que Francmasón es el nombre del constructor libre, emancipado, moral y simbólico, que por lo mismo construye solamente la obra filosófica y regeneradora de la humanidad. Efectivamente, Ragón se fundamenta en que antiguamente este título se les aplicaba a los miembros de las asociaciones de constructores que dieron a Europa sus mejores edificios (Catedrales, castillos, etc.) de la Edad Media y del Renacimiento, actualmente debemos entenderlo en su acepción figurada, diciendo que el Masón es un constructor del templo simbólico de la ciencia y de la virtud, que constituye su propia personalidad. En otras palabras, un Masón o Masona es una persona que trabaja en perfeccionarse y en evolucionar, tanto en sus conocimientos como en su comportamiento moral. Hoy, sin embargo, los vocablos se utilizan indistintamente con igual significado. Masón es sinónimo de Francmasón y Masonería lo es de Francmasonería.
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[1] Real Academia Española. DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA. Vigésima edición. Tomo II. Madrid. 24 de diciembre de 1984. P. 883.

[2] Real Academia Española. Op. Cit. Tomo I. P. 658.

[3] Raynaud de la Ferrière, Serge. LIBRO NEGRO DE LA FRANCMASONERÍA. Editorial Diana. 14ª. Impresión. México. Noviembre 1985. P. 163.

[4] De la Cierva y de Hoces, Ricardo. EL TRIPLE SECRETO DE LA MASONERÍA. Editorial Fénix. Madrid. España. 1994. P. 57.

[5] Abrines, Lorenzo Frau y otros. DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE LA MASONERÍA. Editorial del Valle de México, S. A. Tomo I. México. 18 de septiembre de 1981. P.468.
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jueves, 10 de enero de 2008

Masonería

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Por: Mario Morales Charris 33º
Ven.·. Maest.·. Resp.·. Log.·. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia
Pres.·. Gran Consejo de Cab.·. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám.·. 30°


Al explicar lo que es Masonería, debemos hacerlo bajo tres fundamentos según la época. Si hacemos referencia a la Masonería de la Edad Media, diríamos que fue una sociedad de oficio (constructores), que no eran simples operarios sino que cultivaban el arte de la construcción (Arte, Craft, palabra ritual Masónica) y su organización, tanto en materia administrativa como de autoridad, era jerárquica.

Si hablamos de la Masonería en la Edad Moderna se nos dificulta la definición, porque encontramos, a lo largo de su existencia, entre sus miembros a hombres con profesiones distintas a la de constructor; igualmente hallamos católicos, protestantes, sacerdotes, pastores, teístas, políticos de izquierda y derecha, marxistas, grandes burgueses, etc., unidos por un ideal común: ser hombres de buenas costumbres, creer en un ser superior –que los Masones llamamos simbólicamente Gran Arquitecto del Universo– y la libertad absoluta de pensamiento.

El Diccionario Enciclopédico de la Masonería[1] nos define la Masonería como «(…) un sistema de moral dentro del que caben los principios y creencias de todos los hombres amantes de la humanidad y del progreso y dotados de rectitud de criterio y de buena voluntad. La etimología inglesa de esta palabra significa albañilería o arte de edificar. Pero los edificios Masónicos, en vez de tener condiciones y fines materiales cual el arte de los albañiles, no son otra cosa que la edificación moral de las sociedades por medio del trabajo y el ejercicio de todas las virtudes por parte de los hombres que componen la Masonería. (…)» «(…) Los obreros de la Orden Masónica, si bien aceptan en sus trabajos todo el simbolismo místico del arte de los constructores o edificadores, nadie podrá negar que, siendo su fin exclusivamente moral, hállense desligados por completo de los límites de la materia para obrar en el campo libre de la filosofía y de las especulaciones y enseñanza del espíritu. (…)»

En el Convento Universal de los Supremos Consejos Confederados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, reunidos en Lausana, Suiza, entre el 6 y 22 de septiembre de 1875, declararon, entre otros, los siguientes principios: «(…) La Francmasonería tiene por misión combatir a la ignorancia bajo todas sus formas, y constituye una escuela de enseñanza mutua, cuyo programa se encierra en los siguientes lemas: obedecer las leyes del país, vivir con honra, practicar la justicia, amar a sus semejantes, y trabajar sin cesar por la felicidad de la humanidad y por su progresiva y pacífica emancipación».

La tercera época, o sea la actual, la postmoderna, difiere de las dos anteriores, debido al gran desarrollo que ha tenido la humanidad y la Francmasonería no es ajena a esta evolución. Hoy, no sólo existe la Masonería masculina sino la mixta y la femenina, en donde la mujer trabaja en iguales condiciones que el varón. También en esta época la Masonería deja en libertad a sus miembros de creer o no en un ser superior –Gran Arquitecto del Universo– caso del Gran Oriente de Francia. Por tanto, al haber una absoluta libertad de pensamiento y de creencias religiosas, hoy encontramos muchos hermanos ateos vinculados a la Orden Masónica. Por estas razones, nos atrevemos a señalar que el concepto de Masonería también ha evolucionado, pues antes la mujer no podía pertenecer a nuestra institución y al Francmasón prácticamente se le obligaba creer en un ser superior así no compartiera con este principio dogmático.

De acuerdo a lo planteado, diríamos que la Masonería es una entidad substancialmente filosófica, filantrópica, progresista y discreta.

Es filosófica porque encauza al ser humano hacia la investigación razonable de las leyes de la Naturaleza; estimula el trabajo del pensamiento que va desde la simbólica representación geométrica hacia la más complicada meditación; demanda en la reflexión filosófica la inclusión de la opinión espiritual del movimiento de la Historia, ve en cada momento histórico las nuevas iluminaciones científicas y aprovecha de cada sistema filosófico lo que pueda representar una contribución al patrimonio de la Verdad abstracta, más allá del tiempo y del espacio.

Es filantrópica porque practica el altruismo, desea el bienestar de todos los seres humanos y no está inspirada en la búsqueda de lucros personales de ninguna clase. Para llevar a cabo este precepto, se vale de organizaciones paramasónicas, creadas por hermanos Masones, como los clubes de Leones y Rotarios; la Gran Logia del Norte de Colombia con sede en la ciudad de Barranquilla, lo hace a través de la Sociedad Hermanos de la Caridad y de la Asociación Damas de la Caridad.

El esfuerzo que hace la Masonería y sus recursos están destinados al progreso y bienestar de la especie humana, sin discriminación de nacionalidad, razas, sexo ni religión, para lo cual tiende a la elevación de los espíritus y a la tranquilidad de las conciencias. Pensadores como Andrew Michael Ramsay[2], lo han expresado: «(…) Los hombres, esencialmente, no se distinguen por la diversidad de las lenguas que hablen, las ropas que visten, de los países que habiten, ni por las dignidades de que se hallen revestidos. El mundo entero no es más que una gran república, en la cual cada nación es una familia y cada individuo un hijo.

Para hacer revivir, para esparcir estas máximas esenciales tomadas de la naturaleza del hombre, es para lo que ya desde el principio fue establecida nuestra Sociedad.

Nosotros queremos reunir a todos los hombres de espíritu ilustrado, de costumbres dulces y de trato y humor agradables, no sólo por el amor a las bellas artes, sino con más preferencia aún, por los grandes principios de virtud, de ciencia y religión, en que el interés de la confraternidad viene a ser el de todo el género humano, en que todas las naciones puedan beber los conocimientos más sólidos, y todos sus habitantes aprender a quererse mutuamente, sin renunciar por ello a su patria. (…)» Luego, en términos generales, Ramsay, quiso expresar que “Toda la especie humana es una sola familia dispersa sobre la faz de la tierra; todos los pueblos son hermanos, y deben amarse unos a otros como tales”.

Cuando sostenemos que «la Masonería es progresista», es porque por principios profesa, instruye y practica la fraternidad entre los seres humanos y la absoluta libertad de conciencia que nos permite el pensamiento libre y la defensa irrestricta de los derechos humanos.

Para finalizar esta parte de nuestro análisis aseguramos, en primer lugar, que la Masonería es una Institución discreta y no secreta. Los enemigos de la Orden le han dado esa forma misteriosa y que aún se conserva en algunos núcleos sociales por desconocimiento total y por confusión. En consecuencia, es ineludible aclarar que, cuando hablamos de “Secreto” u “Oculto”, sus efectos pueden ser necesarios, naturales y espontáneos; en lo clandestino, siempre hay intención y astucia o cautela. La Masonería la constituyen hombres y mujeres libres y de buenas costumbres, lo cual es uno de los requisitos sine cua non para ingresar a ella. De hecho queda descartado que sus miembros sean contrabandistas, bandidos, deshonestos; intriguen o conspiren contra alguien, que son prácticas, no sólo ocultas y secretas, sino clandestinas. Actividades estas que combate frontalmente la Institución por ser totalmente contrarias a sus postulados.

En segundo término, que la Masonería ha heredado por tradición histórica un método de enseñanza en el que sus miembros van instruyéndose poco a poco de acuerdo a sus propias iniciativas, adquiriendo el compromiso de salvaguardar tanto sus opiniones como la de los demás hermanos que asisten al Taller. También deben proteger los modos de reconocimiento entre Francmasones y la interpretación de los ritos y símbolos de la Orden, que son de gran utilidad en nuestros trabajos. Por consiguiente, podemos afirmar que la labor de la Francmasonería se efectúa básicamente entre sus miembros, por lo que su proyección hacia el exterior es poco notable. Su labor externa esencialmente reside en la actuación de sus miembros, que aplican en los ámbitos social y personal los valores aprendidos en las Logias. Es posible que esta metodología, por las expectativas que crea, le dé un “tinte” de misterio, sobre todo para aquellos que no están vinculados a la Orden por querer saber lo que tratamos en nuestras reuniones. Dicho esto, no olvidemos los temibles tiempos vividos por la humanidad, en las que el saber, la ciencia, y la tolerancia defendidas por las Masonería, eran rechazadas con antipatía o salvajismo por algunos gobernantes quienes veían en ella un peligro para perpetuarse en el poder como tiranos. De esta manera, muchos hermanos fueron perseguidos y hasta asesinados. Afortunadamente, los sistemas democráticos y la tolerancia que existe en la mayor parte de los países permiten a los Masones contemporáneos defender sus ideales y actuar sin poner en peligro sus vidas, lo cual no impide que la Francmasonería siga siendo una sociedad discreta.

Otra cuestión fundamental es que la Masonería como organización legalmente constituida debe obtener «Personería Jurídica» otorgada por el ente gubernamental de cada país donde opera, con el objetivo de reconocerle efectos civiles: como los de poder contraer derechos y obligaciones con el Estado. En Colombia, por ejemplo, el gobierno delegó en las Cámaras de Comercio la función del registro. Cualquier ciudadano puede consultar sobre la existencia de la Organización o Persona Jurídica u obtener una certificación de existencia y representación legal de la Personería Jurídica, pues el «Registro» es una función pública. Por consiguiente, nuestra Institución no puede ser secreta, ya que además, sus propósitos son igualmente conocidos por cuanto están enumerados en los estatutos aprobados por el Gobierno, en nuestro caso, a través de las Cámaras de Comercio.

Peor aún, los secretos no proceden en la vida postmoderna, cuando las comunicaciones han sido capaces de traspasar todos los linderos y hacer conocer mucho de lo que antes era correspondiente a círculos cerrados o especializados. El ejemplo irrefutable lo tenemos en la Internet por el que ahora es posible presenciar una ceremonia de iniciación, el nacimiento de un ser humano o un animal, o incluso hasta la simple televisión lo viene haciendo. La Internet acabó con ese mito del supuesto “secreto”. En este medio encontramos todo lo que queramos saber de la Masonería durante las veinticuatro horas del día y los doce meses del año. Tener como misterio aquello que cualquiera puede observar en medios electrónicos o que sencillamente se encuentra difundido en una amplia bibliografía que ronda por todas las bibliotecas del mundo, o que puede ser adquirida en la librería de la esquina, termina siendo innecesario.
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[1] Abrines, Lorenzo Frau y otros. DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE LA MASONERÍA. Editorial del Valle de México, S. A. Tomo II. México. 18 de septiembre de 1981. P.768.

[2] Apartes del primer discurso pronunciado por Ramsay en 1736 en la logia parisina St Thomas No 1, primera Logia fundada en Francia por nobles ingleses en 1725. Op. Cit. P. 1.346.
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lunes, 7 de enero de 2008

Ritos y Grados Masónicos

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Por: Mario Morales Charris 33º
Ven.·. Maest.·. Resp.·. Log.·. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia
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Rito

El Diccionario de la Real Academia Española[1] define: “(Del latín ritus) m. Costumbre o ceremonia”. En otra acepción nos dice: “(…) Conjunto de reglas establecidas para el culto y ceremonias religiosas, (...)”. Según estas definiciones, podemos señalar que una ceremonia es un rito; por ejemplo, la entrega de diplomas en un acto de graduación en una universidad, la inauguración de unos juegos deportivos, la presentación de un libro, etc., así también nuestra Orden realiza su ceremonia que es algo tradicional para desarrollar sus trabajos en Logia.

El Diccionario Enciclopédico de la Masonería[2], nos enseña: “RITO. (Ritos Masónicos) – En rigor podría definirse esta voz, diciendo que Rito, en Masonería, es el conjunto de reglas o conceptos, de conformidad con los cuales, se practican las ceremonias y se confieren, o por mejo decir, se comunican, los signos, toques, palabras y todas las demás instrucciones secretas de los grados. (...)”. Igualmente podríamos afirmar que el rito en Masonería es un método didáctico mediante el cual se desarrollan los trabajos, donde existe un momento de tiempo y/o espacio para considerar los asuntos propios no sólo de la Logia, sino también del mundo profano. Luego, a través de este método o rito se instruyen los Masones en las diferentes áreas del conocimiento haciendo uso del raciocinio para la investigación y la reflexión.

La creación de un rito o método Masónico, es el resultado de un largo proceso de decantación histórica y transmite una relación emocional y simbólica al iniciado en nuestros augustos misterios.

Grado

Los grados en Masonería son cada uno de los peldaños que va escalando el Masón o Masona en su proceso de aprendizaje desde que entra a la Orden, hasta alcanzar el último nivel de su carrera Masónica, o lo que es lo mismo, es el ciclo de iniciaciones que enseñan toda la filosofía y objetivos de la Hermandad. Cada categoría de progreso y de compromiso, de obligaciones y derechos, se distinguen en sus rituales, signos de reconocimiento y lecciones morales. En otras palabras, para cada grado de iniciación existe una ceremonia diferente donde hay nuevas enseñanzas en términos generales.

En la antigüedad sólo existían dos “grados”: el de Aprendiz y el de Compañero o «Valet» (palabra francesa que traduce: criado, sirviente, servidor). El Maestro era quien dirigía o administraba la obra como lo prueban muchos documentos pertenecientes a la Edad Media; así tenemos por ejemplo, el Manuscrito Regius [3] escrito por los años 1390 y el Manuscrito Cooke[4], data de 1410, ambos conservados en el British Museum. Sin embargo, el médico, investigador y tratadista Masónico, Albert Mackey[5] señala que antes del siglo XVIII sólo existía un grado, o más bien un escenario de ritualismo. Luego, “la división de Maestros, Compañeros y Aprendices era simplemente una división de rangos, existiendo una iniciación para todos”. No sabemos porqué y en qué se fundamentó nuestro hermano Mackey, porque no cita la prueba documental para afirmar que “la división de Maestros, Compañeros y Aprendices era simplemente una división de rangos”, ¿a caso el rango no es un nivel, grado, clase o categoría? Pensamos que no se leyó los documentos que estamos citando (el Regius y el cooke) porque existen otros, o de pronto sí los leyó y los mal interpretó; pero, para ello los hubiera citado, ¿o es que confundió el concepto de “Rito” con el de “Grado”?. Nos da esa impresión porque también afirma que había “una iniciación para todos”, que es otro asunto totalmente diferente a lo que pretendió explicar. Luego, a nuestro entender el hermano Mackey quiso manifestar que para esa época sólo se desarrollaba una ceremonia para iniciar a la vez a los Aprendices y Compañeros, incluso al director o administrador de la obra a realizar, llamado Maestro. Este último, simbolizado hoy por el Venerable Maestro. Efectivamente, lo que no existía en ese tiempo era un rito especial para iniciar al Aprendiz, otro para el Compañero y otro para el Director o Administrador de la obra, llamado Maestro.

En lo que sí tiene razón el hermano Mackey es que la palabra «grado» no se usaba, ni siquiera en los «Reglamentos Generales» compilados inicialmente por el hermano George Payne, en el año de 1720 e incorporados por Anderson en sus Constituciones de 1723. Observemos parte del numeral XIII de estos reglamentos, donde hace referencia a los miembros de la Orden: “(…) Entonces será cuando los aprendices deberán admitirse como maestros y compañeros salvo dispensa (…)”[6], no aparece la palabra “Grado”. Sin embargo, según Lorenzo Frau Abrines[7] nuestra Hermandad estaba dividida en tres grados antes de 1730. Para la segunda edición de las Constituciones publicadas por Anderson en 1738, ajustó al tiempo las reformas aprobadas y con relación a esta temática nos dice: “(…) un Aprendiz, cuando es experto y tiene la edad, puede ser un Aprendiz iniciado o Masón Libre del grado más bajo, y al obtener un mejoramiento conveniente, Compañero de Gremio y Maestro Masón (…)”[8]. Aquí ya aparece la palabra “Grado”.

En lo que sí hacemos énfasis es que en la Edad Media, de acuerdo a los manuscritos citados (Regius y cook) como también en los subsiguientes, se establecen diferencias de jerarquía entre Aprendiz, Compañero y Maestro, por lo que podemos inferir que tácitamente ya existían una especie de niveles o clases equivalentes a grados por sinonimia, aunque la ceremonia fuera una para todos al iniciarse y no existiera un rito en especial.

Actualmente existen muchos grados, de acuerdo al rito en que se trabaje; los hay simbólicos y son los tres primeros, reconocidos y practicados en todos los ritos acreditados, con ligeras diferencias. Los hay capitulares y son los que siguen después de los tres primeros. Se llaman filosóficos los que en categoría son superiores a los capitulares. Se denominan administrativos los de la más elevada categoría, superiores a todos los demás.

Los grados más importantes de la Francmasonería son los primeros tres grados: Aprendiz, Compañero y Maestro Masón, estos pertenecen a la «Logia Azul» o «Logia Simbólica», conocida simplemente como Logia. Lo de «Logia Azul», porque los hermanos ingleses, desde la antigüedad, se decoraban con este color como símbolo de la amistad universal y liberalidad, como lo es color de la bóveda celeste que cubre toda la tierra; en cambio los escoceses se distinguieron al adoptar el color rojo después de 1740, lo que provocó el descontento entre los hermanos y hubo que llamarlos al orden. El color rojo es el aplicado al grado del Arco Real y representa alegóricamente la energía y el celo que deben afrontar todos los que poseen esa parte sublime de la Masonería; significa además, la regeneración o reconstrucción del Templo y simbólicamente el renacimiento de la vida. Estos colores se conservan aún en la Masonería contemporánea: el simbolismo sigue siendo azul y los grados conocidos como escocistas continúan siendo rojo.
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[1] Real Academia Española. Op. Cit. Tomo II. P. 1.191.

[2] Abrines, Lorenzo Frau y otros. Op. Cit. Tomo III. P. 1.446.

[3] Gran Logia del Norte de Colombia. ANTIGUOS DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA –Manuscritos antes de 1717– Morales Charris, Mario, compilador. Ediciones Cencys 21. Barranquilla, Colombia. Marzo de 2004. Pp. 33-54.

[4] Ib. Pp. 55-64.

[5] Mackey Gallatin, Albert. ENCICLOPEDIA DE LA FRANCMASONERÍA. Tomo II. Editorial Grijalbo, S. A. México. 1981. P. 663.

[6] Reglamentos Generales. En De la Cierva y de Hoces, Ricardo. EL TRIPLE SECRETO DE LA MASONERÍA. Editorial Fénix. Madrid. España. 1994. P. 133.

[7] Abrines, Lorenzo Frau y otros. DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE LA MASONERÍA. Editorial del Valle de México, S. A. Tomo I. México. 18 de septiembre de 1981. P. 66.

[8] Mackey Gallatin, Albert. Ib.
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domingo, 6 de enero de 2008

Iniciación Masónica

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Por: Mario Morales Charris 33º
Ven.·. Maest.·. Resp.·. Log.·. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia
Pres.·. Gran Consejo de Cab.·. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám.·. 30°


Es una palabra que sin definirla racionalmente y a simple vista nos puede conducir a raros vínculos o a falsos conceptos. Cualquiera al escuchar “Iniciación”, puede pensar que somos fanáticos, una secta o que recuerda prácticas tales, como por ejemplo, una comunión o un acto hechicero, etc.

Nada de lo anterior somos los Masones y Masonas. Primero, no somos fanáticos porque no defendemos con terquedad excesiva y apasionante creencias u opiniones religiosas, ni nos ilusionamos ciegamente por una cosa. Además, no somos una religión porque nuestra Institución es adogmática, no tiene credos o dogmas acerca de alguna divinidad en especial, ni de sentimientos de veneración y temor hacia ella; por su parte nos enseña a ser tolerantes, lo cual nos permite pertenecer o identificarnos con cualquier credo religioso, pero con la obligación de reconocer las misma libertades de los demás. De tal manera que la Francmasonería no es una religión, ni tampoco es antirreligiosa. La Masonería tiene principios, ideales, fines; cultiva virtudes, pero siempre con la máxima amplitud de criterio.

Tampoco somos una secta puesto que la Francmasonería no posee una doctrina particular establecida o encontrada por un Maestro o Maestra, ni los Francmasones seguimos a nadie con tesón y sin conciencia deliberada. Para ser más claro en nuestro planteamiento, la Francmasonería emprende la gran obra de Fraternidad, simbólicamente por razones de oficio; por ello, se considera centro de unión y medio para conciliar verdadera fraternidad entre las personas. De ahí que respete la inclinación religiosa de sus adeptos y no impone creencia de especie alguna, disfrutando de total libertad de conciencia. Por tanto, para nosotros la iniciación es ante todo un procedimiento de reflexión, de exploración interior, de investigación llevada a cabo según un particular método: el método Masónico, o lo que es lo mismo, por razón del rito que practicamos.

Iniciación significa «comienzo», el inicio de varias fases que se desarrollan poco a poco a lo largo de nuestra carrera Masónica y lo hacemos a través de los grados que vamos recibiendo en busca de la perfección, o sea, hacer del iniciado una persona virtuosa.

En otras palabras a la Masonería se ingresa mediante la iniciación, concibiendo a ésta como un avance personal, dinámico y permanente, dispuesto a promover el perfeccionamiento interior de cada uno de los que a ella acceden.

La iniciación Masónica nos orienta a formar nuestra propia actividad sin imponerse jamás, hay que descubrirla por sí mismo. La iniciación debe concebirse en la conciencia de cada uno y el principal sostén que recibimos en esta labor es la tolerancia de nuestros iguales, la fortaleza de nuestros ritos y la coherencia de los símbolos.

El ritual Masónico cultiva la calidad de una vida ética. Dispone para ello de las herramientas y alegorías de los antiguos Masones y canteros como símbolos para enseñar estos ideales. La iniciación Masónica más que un acto de entrada es el comienzo de un camino a seguir, una senda permanente de fortalecimiento de la calidad humana de los Masones, en el convencimiento de que el recorrido del ser humano pasa por la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.

La naturaleza Masónica la logramos cuando el que aspira a serlo se encuentra decidido a perseverar el sendero de la virtud y la verdad, su intelecto está exento de errores o prejuicios y la sabiduría apacible; no es esclavo de la corrupción o vicios y pasiones. El hombre o mujer que entra al mundo Masónico, llega a él procedente de una sociedad mundana en la cual prevalecen una serie de defectos como la envidia, el fanatismo, la ambición, la hipocresía, la ignorancia, la discordia, el egoísmo, la vanidad, la injusticia, la falta de equidad y otras pasiones que lo degradan y lo esclavizan, por lo que necesita simbólicamente morir para ese mundo y renacer en otro diferente, en el que predomine la virtud y se practique la fraternidad. Por consiguiente, debe acudir a la iniciación Masónica para transformarse, ya que la Masonería nos propone, en la iniciación, un «símbolo para nuestra vida personal» y esa alegoría no es otra que la de la construcción de nosotros mismos y así alcanzar el «crecimiento personal».

A diferencia de lo que estamos planteando, la Masonería no está comprometida o interesada en el éxito personal de sus miembros tal como el mundo profano comúnmente lo supone. En nuestros días hay numerosas formas más eficaces para conseguir el triunfo económico y el poder personal. Puede darse el caso de que un Francmasón o Francmasona, por sus méritos humano y profesional, consiga niveles socialmente importantes. Pero, quienes proyecten ingresar a nuestra Orden movidos especialmente por estos objetivos, están totalmente equivocados y condenados a una gran desilusión. La Francmasonería no es un escenario para “abrirse paso” socialmente, ni un lugar donde se haga “tráfico de influencias”. Es más, si se presentase el caso de alguien que se hubiere iniciado y actuara en este sentido, se le indicaría francamente que está en el lugar equivocado y, de persistir, se le invitaría a retirarse.

De acuerdo a lo que hemos analizado, podemos afirmar que la iniciación es, finalmente, un procedimiento de identificación, de crecimiento personal, que cada uno de los Masones y Masonas busca a través del perfeccionamiento moral, suscitado de una forma metódica y constituida de un modo simbólico en torno a la metáfora de la construcción.

Si al final de nuestra carrera Masónica hemos logrado, a través de la iniciación en los distintos grados, el perfeccionamiento moral –desde luego que no será total– estaríamos frente a un nuevo paradigma de humanidad, hombres y mujeres que decidieron el reto de asumir su vida de forma reflexiva y voluntaria, que quisieron ser maestros de sí mismos, arquitectos de su camino, según un ideal constructivo de sabiduría, fuerza y belleza.

En virtud de todo lo tratado, pensamos que la Francmasonería debe propender: primero, al centrarse en la iniciación, el resultado debería ser que cada Masón y cada Logia se convirtiera en un núcleo de transmisión, y segundo, si la Logia alcanza a transformarse en un Organismo de Unión, esto origina en el taller un ambiente de libertad moral e intelectual que le permitiría al mismo llegar a ser una verdadera sociedad de pensamiento y reflexión.

Antes de finalizar este tema, deseamos llamar la atención sobre la iniciación de la mujer en la Masonería. Desde finales del S. XIX las Logias que practican la Masonería liberal o de tradición francesa, presentes en todo el globo terráqueo, aceptan a la mujer en absoluta igualdad de derechos y deberes. Es lo que llamamos «Francmasonería Mixta» y viene a ser la manifestación óptima y más progresista de la Masonería. La Francmasonería postmoderna proclama la igualdad absoluta de derechos de la mujer tanto en la sociedad civil como dentro de sus Talleres. En efecto, en la Masonería Mixta la mujer es iniciada en total igualdad con el hombre. Asimismo, la mujer puede ocupar cualquier cargo directivo de la Masonería sin obstáculos de ninguna especie.

Por último, el hombre o la mujer, que desee iniciarse en la Francmasonería ha de ser una persona que haya cumplido su mayoría de edad según las leyes del país donde aspira a ingresar. De la misma manera ha de ser libre y de buenas costumbres, racionalista, y con un gran interés por progresar intelectual y/o espiritualmente en un ambiente de respeto mutuo.

Persona libre es aquella que tiene libertad para expresar sus opiniones, no acepta imposiciones que violenten sus principios, ni está sometida al capricho de otros; no está atada a ningún dogma que perturbe su razón y trastorne su conciencia, y carece de vicios que lo esclavicen. Para ser persona de buenas costumbres deberá obedecer las leyes del país donde reside, honrar a su patria, y enaltecer a su familia; ser tolerante y respetuoso con las ideas políticas y religiosas de sus semejantes.
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sábado, 5 de enero de 2008

La Iniciación de Tati

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Por: Segundo Santiago Consuegra 31º
Resp.·. y Ben.·. Log.·. Barranquilla No. 1-8-1
Gr.·. Sec.·. del Pod.·. Ejec.·. de la muy Resp.·.
Gran Logia del Norte de Colombia
Pres.·. Gr.·. Trib.·. Sob.·. Lázaro Bravo Maury, Cám.·. 31º


La presente Plancha la presentó el Gran Insp.·. Inq.·. comend.·. Segundo Santiago Consuegra el 17 de septiembre de 2005 (e.·. v.·.) en la Tenida de Iniciación de su hija, TATIANA INES SANTIAGO GARCIA, en la Resp.·. Logia «SOL DE COLOMBIA No. 1820» de El Derecho Humano de la ciudad de Bogotá, Colombia.

Ven.·. Maestra, QQ.·. HH.·. y HHnas.·. de la Resp.·. Logia «Sol de Colombia No. 1820» de El Derecho Humano.

QQ.·. HHnas.·. Recipiendarias: Tatiana Inés y Martha.

Hoy es un día de gracia y muy especial para mi por encontrarme entre vosotros asistiendo a la Iniciación en nuestros augustos misterios de dos Hermanas que vienen a reforzar nuestras Columnas y más cuando una de ellas es mi hija Tatiana Inés. El Gran Arquitecto del Universo no me dio hijos varones, pero me dio una Querida y venerada hija que hoy ingresa a esta escuela de sabiduría, en este respetable Templo de la Virtud, en donde se les enseñarán las virtudes que deben adornar al humano, como son: Sabiduría, Prudencia, Fuerza, Templanza, Honor, Caridad, Justicia y Verdad.

Quién no ha bebido en la fuente de la verdad, no conoce la sabiduría, ni la Justicia, ni la Caridad, por ello es natural que hable sandeces de la Masonería, pero os digo QQ.·. HHnas.·. Recipiendarias que habéis ingresado a una Sociedad conformada por Hombres y Mujeres que han pulido su espíritu para servir a la humanidad, que son Virtuosos Éticos, Caritativos, Honorables, y Justos, que siempre buscarán el perfeccionamiento humano mediante el rechazo a los vicios a la Ignorancia y a la Hipocresía, en el permanente cultivo de los más altos valores que engrandecen a la persona y a la sociedad.

En tiempos remotos, en Egipto, Grecia, Menphis, existían doncellas que eran las Sacerdotisas de los templos y eran iniciadas en el culto y en los misterios y enseñaban a los hombres los secretos del culto para que éstos después los transmitieran a sus discípulos, por eso no es raro, hoy día, ver a damas ilustres y bellas, como son nuestras Queridas Hermanas en la Orden, que son poseedoras de sabiduría y de las otras altas virtudes que antes he mencionado, dispuestas a irrigar por el mundo entre sus Hermanos y profanos esos conocimientos adquiridos en esta escuela de formación filosófica y dentro de este Templo de la Virtud.

Quiero aprovechar esta inigualable oportunidad para exponeros, sin profundizar, algunos puntos de vista sobre la Moral profana, la Ética Masónica, la Tolerancia y el rechazo a la Hipocresía y a la Ignorancia, que constituyen temas de obligada investigación por todo Masón.

Cuando ingresamos a la Orden de neófito iniciado, traemos con nosotros una formación moral profana, moralidad religiosa, aprendida en el hogar, en la escuela y en la iglesia, que constituye una especie de regulación del comportamiento social, fundada en los resultados de nuestros actos de conducta que acarrearán consecuencias al autor, mediante el ofrecimiento de premios por las buenas obras y castigos por las malas. Esa moral constriñe la libertad del hombre con fábulas de paraísos hipotéticos en el mundo del más allá, puesto que en este mundo de los vivos las conductas torcidas tienen consecuencias indeseables. Esa la moral y conducta impuesta desde fuera por la fuerza del miedo o de esperanzas o creencias míticas expresadas en dogmas, también impuestos a los pueblos, que se constituyen en reglas para medir el bien y el mal, está construida sobre bases deleznables, que al progresar la ciencia y desarrollarse el conocimiento, pierden terreno y sus mismas bases.

El Masón tiene que construir su propia Ética basándose en el estudio y la investigación, ya que la ética nace del conocimiento, de la convicción íntima y de la determinación autónoma, ajena y alejada de premios o castigos, no depende por ende de compensación alguna.

El Masón aprende a construir su propia Ética y a obrar o actuar conforme a ella de manera auténtica. En ese proceso se torna por fuerza en un ser diferente y si acierta en la teorización de los principios y en la impecabilidad y eficiencia de la práctica, el resultado será su propia formación en un líder, en un genuino conductor, porque ha alcanzado el autodominio y el ejercicio de una cada vez más plena y pura libertad que es lo que constituye la meta previsible de su propio destino.

Esa Moral del Masón o su propia Ética, es invulnerable cuando está fundada en la verdad, no en la mentira, en la realidad, no en la ficción o en el mito. No está sometida a compulsión exterior sino que nace de la autonomía del ser, por ello es firme y genera seguridad. Por ello seremos capaces de transmitir en forma pertinaz y perseverante esa Ética Masónica a nuestro entorno familiar y a la comunidad sobre la cual tengamos alguna ascendencia. El Masón que construye su propia Ética está preparado para colocarse frente al bien y al mal, armado de su mero instinto y sin perturbaciones, pudiendo discernir que el sufrimiento inútil infringido a los demás es perverso y que el olvido de sí mismo y de su progreso hacia la trascendencia es malo, igualmente porque despilfarra la oportunidad única de transformarse en hombre libre, así como evolucionó para salir de la animalidad y alcanzar la liberación volitiva y la racionalidad consciente.

La Tolerancia, nunca la podemos confundir con el admitir desmanes en el comportamiento ético y conducta torcida de los HH.·. MM.·., y profanos con los que nos relacionamos, porque ello conduce a un desquiciamiento de conductas y comportamientos que resultan contrarios a las buenas costumbres. Miremos la tolerancia como el tener el pensamiento abierto ante las perspectivas infinitas e inagotables del conocimiento. El objeto está en lograr que las agrupaciones de hombres y mujeres libres y de buenas costumbres de distinto pensamiento, nos reunamos para practicar la tolerancia en el ejercicio de la libertad de ese pensamiento y aceptemos que ninguna definición teórica es definitiva y que sólo un comportamiento conforme a una Ética genuina fundada en la verdad y autonomía de la voluntad individual, puede impulsar el ser hacia su propia realización.

La Hipocresía, lo fingido de cualidades, sentimientos o virtudes que no se poseen, lo engañoso, lo falso, lo farisaico, sepulcros blanqueados, por fuera limpios y por dentro guardan la descomposición.

Más que a los hipócritas que nos rodean, el Masón, debe desenmascarar y combatir al hipócrita que lleva dentro de sí mismo.

La hipocresía de los demás sólo nos afecta circunstancialmente, mientras que la propia nos mantiene sumidos en la inautenticidad, sin permitirnos ser nosotros mismos y nos mantiene engañados en la creencia de lo que no somos, pero creemos ser sin serlo, y eso nos impide despertar para intentar mejorarnos mediante el esfuerzo y la práctica de nuestro Arte Real.

Nuestra propia ignorancia es la peor de las limitaciones, por que ella se ensaña justamente en lo que de humanos tenemos, es decir lo que nos humaniza, que es la libertad y el conocimiento. La ignorancia limita el horizonte de las alternativas de nuestra escogencia y por ello cuanto menos ignorantes seamos, más libres e instruidos seremos. La hipocresía e ignorancia de los otros afecta la libertad de ellos, pero en nosotros nos amputa y constriñe. El sabio iluminado por la Verdadera Luz, emerge como un ser diferente, simplemente porque entonces luce completo frente a los seres incompletos que poblan nuestro mundo ordinario.

Estáis, QQ.·. HHnas.·. Recipiendarias, entre personas serias, honradas y virtuosas, como ya os dije antes, cuya principal preocupación será, de hoy en adelante, procurar y vigilar vuestro aprendizaje, procurar transmitirles los conocimientos necesarios y darles las herramientas para que puláis la piedra bruta y venzáis la ignorancia.

Quiero, por último, QQ HH.·. Y Hnas.·. contarles una anécdota que tiene que ver mucho con Tati.

Corría el año de 1982, cuando enamorado fui casado con Teresa de cuya unión nació Tati, pero lo interesante es que la Ceremonia Matrimonial Civil se celebró en la zona Social del Templo de la Muy Resp.·. Gran Logia Nacional de Colombia con sede en Barranquilla y a continuación se produjo la muy bella Ceremonia de Reconocimiento Masónico de ese matrimonio. El primer cumpleaños de Tati fue celebrado en ese mismo sitio. De pronto de ahí viene o de ahí nació la aspiración de Tati de algún día iniciarse como Masona y hoy se ha cumplido esa aspiración por lo que con el mayor de los orgullos de Padre felicito a quién a partir de hoy también es mi Hermana en la Orden, Tatiana Inés Santiago García.

Ven.·. Maestra, QQ.·. HH.·. y HHnas.·. de la Resp.·. Logia Sol de Colombia No. 1820 de El Derecho Humano, os entrego mi más preciosa joya, una esmeralda en bruto, para que la puláis en el Arte Real de nuestra Augusta Orden.

Mil Gracias.
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