viernes, 10 de agosto de 2007

El Estado Esclavista de Egipto


Por: Mario Morales Charris 33º
Ven.·. Maest.·. Resp.·. Log.·. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia

Pres.·. Gran Consejo de Cab.·. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám.·. 30°

Situado al nordeste de África y que incluye también la península del Sinaí, incorporada geográficamente al continente Asiático. Está limitado al N por el mar Mediterráneo, al S por Sudán, al E por Israel y el mar Rojo y al O por Libia. El Nilo es el único río que atraviesa el país de N a S y a lo largo de su curso –la región fértil que corresponde al valle del río– es donde se concentra casi toda la población, integrada hoy por árabes, beduinos y turcos. La mayor parte de su superficie (el 97%) la ocupan las regiones desérticas: al E el Desierto de Arabia y al O el Desierto de Libia.

Al igual que la región de la antigua Mesopotamia, en Egipto por las especiales condiciones geográficas, fue posible el rápido acceso a la vida urbana. Es por ello que la riqueza de este país, desde la más remota antigüedad, se basa en la agricultura, y los campos se fertilizaban con el légamo de los desbordamientos anuales del Nilo Paralelamente a esta situación natural, los antiguos egipcios para ampliar las superficies habitables y cultivables y avenar pantanos, desarrollaron un complejo sistema de diques y canales para controlar y distribuir el agua del río a las tierras más alejadas. Actualmente se riega y las crecidas se controlan con la presa de Asuán.

Egipto es el área donde la agricultura estable hizo por primera vez su aparición de forma permanente; por eso se convirtió en un gran productor de cereal a lo largo de su historia antigua. La riqueza de sus tierras fue plasmada por los geógrafos grecolatinos. Sin embargo, la dominación romana supondría la sobreexplotación tanto de los recursos naturales como de los humanos, con la consiguiente crisis de producción.

Los egipcios son un pueblo bastante homogéneo. Las influencias mediterránea (tales como griegos e italianos) y árabes aparecen en el norte, y poblaciones de negros aborígenes en el sur. Es muy probable que los primeros pobladores egipcios llegaran al valle del Nilo y a la zona desértica en el Paleolítico inferior, atraídos por las condiciones favorables para el desarrollo de la vida humana que ofrecía dicha franja. Muchas teorías han sido propuestas sobre los orígenes de los egipcios; sin embargo, ninguna es concluyente, y la hipótesis más ampliamente aceptada es que la sociedad egipcia fue el resultado de una mezcla de gente asiática y africana oriental que se trasladó al valle del Nilo después de la última era glacial (10.000 años a. d. n. e.) y que viene a coincidir con el período Neolítico, en el cual hay testimonio por las cerámicas y vasos de piedra hallados en Merimdé y Fayum; a la vez coincide con el segundo período de la Edad de Piedra. Por tanto, no hay dudas que en el Neolítico el hombre empezó a asentarse y fue cuando surgieron los emplazamientos agrícolas, ya que explotaba las fértiles tierras depositadas por los glaciares en su retroceso.

Otro factor geográfico-ambiental que tuvo alta trascendencia en la historia de Egipto fue su aislamiento físico o incomunicación natural que le sirvió de defensa o trinchera a inesperadas invasiones por parte del enemigo; estamos hablando de componentes como desiertos de arenas, mar y montañas. Pero estas variables tampoco fueron óbice para que mantuviera relaciones comerciales con otros estados vecinos, como lo demuestran las importaciones de madera, metal, obsidianas, lapislázuli, cilindros mesopotámicos de la época de Ŷemdet Nasr, etc.

Es valioso señalar también que el proceso de formación de la civilización egipcia –escritura, instituciones políticas, religión– se da a partir del advenimiento de la metalurgia del cobre, actividad que viene a determinar el comienzo del período predinástico. Sin embargo, la introducción del metal no significó cambios trascendentales, de modo que el predinástico surge como prolongación y desarrollo del Neolítico.

Igualmente podemos afirmar que en Egipto nació un reino unificado alrededor del año 3200 a. d. n. e. y lo gobernaron una serie de dinastías durante los tres milenios siguientes. La última dinastía fue derrocada por los persas en el año 341 a. d. n. e., quienes a su vez fueron reemplazados por los griegos, romanos y bizantinos.

Durante el imperio antiguo la clase campesina era la base social y económica, que concuerda con el desarrollo económico y determina las relaciones con el comercio exterior. La supremacía del estado es la nobleza que tiene el 70% de la tierra, aunque nominalmente el 100% de ésta es de propiedad del Faraón.

Las grandes propiedades formaban una unidad económica casi autosuficiente y disponían con talleres artesanos, que suministraban el utillaje para obtener la materia prima, la cual transformaban en productos terminados.

La acumulación de riqueza y el auge provocado por la infinidad de actividades realizadas por campesinos, militares, sacerdotes, etc. proporcionaban al faraón enormes ingresos en forma de impuestos depositados en tesoros reales. Todo esto como resultado de una organización muy competente y perfectamente centralizada para el cobro de las contribuciones y tributos. Por tanto, si hay algo que destacar en la política económica del antiguo Egipto, es precisamente la gran eficiencia del centralizado sistema fiscal; en contraposición al ineficaz sistema aplicado por estados posteriores como el de la antigua Roma.

La vida urbana en un comienzo se vio restringida por la falta de una moneda y la inexistencia de relación alguna con el exterior, lo que indujo a que la economía fuese prácticamente cerrada. Esta situación en absoluto sería eterna ya que, a partir de la segunda mitad del primer milenio, el trueque y los pagos en metales simplemente pesados empezarían a convivir con la primera acuñación de la moneda.

El hecho de que hasta entonces no existiese moneda alguna no confirma la ausencia de cierta forma de dinero, entendida ésta como una mercancía a cuya condición natural se incorpora socialmente la cualidad de equivalente –o sea, como lo señala Marx– que se convierte en «mercancía–dinero» o funciona como «dinero», es el caso del «dinero» empleado con los granos de cereales, así como la plata y el cobre. Sería la fuerte influencia de los mercaderes griegos asentados en tierra africana junto a la necesidad de encontrar un medio para pagar sus servicios, factores determinantes para lanzar una economía más abierta.

Es relevante saber que la primera transacción económica que se puede fijar en la historia del antiguo Egipto fue la realizada en el gobierno centralizado y consistía en darle al trabajador material para su sustento y el de su familia a cambio de su trabajo. Como testimonio histórico nos encontramos con papiros administrativos en donde se hace referencia a estos abonos habitualmente en forma de grano, sea de trigo–emmer para el pan o de cebada para la cerveza.

También existía otro tipo de transacción llevada a cabo entre particulares, éstas están documentadas en los «ostracas», algo así como compra–ventas; aquí si que podemos hablar de dinero entendido como la mercancía que funciona como medida de valor y por tanto, como medio de circulación.

En su estudio de los «ostracas», basado en la aldea Ramésida de Deir el Medinah, el investigador Janssen nos habla de la existencia de varios formatos predominando la fórmula ‘Que A da a B a cambio de P’. A pesar de la apertura del mercado y de las primeras acuñaciones de moneda, se sigue empleando el sistema de cambios entre bienes que tiene cada una de las dos partes en juego y que necesita la otra.

Del mismo modo se daban casos muy frecuentes como este: si un trabajador almacenaba granos, recibía a cambio un bono que era intercambiable y se transformaba en una especie de “moneda”; si volvía un año más tarde, con diez “monedas” por ejemplo, podía obtener nueve veces esa cantidad de trigo, puesto que las ratas habían comido algo y los guardias que vigilaban y mantenían el sistema debían ser pagados, etc. Luego, esa cantidad de las diez piezas eran sometidas a una tasa de descuento, o sea, había una especie de “devaluación”.

Las primeras relaciones entre el faraón de Egipto y los reyes extranjeros se basan en la economía del «don–contradón». No pensemos que este sistema era semejante a la compraventa o al trueque, sino que se determina por ser esencialmente un intercambio entre aristócratas. Radicaba en que un rey hacía un regalo a un igual consistente en bienes de los que el agasajado carecía; la recompensa no será necesariamente inmediata, pero cada parte espera ser retribuida para que no se rompa el equilibrio de los regalos. Este procedimiento sería empleado hasta bien avanzado el primer milenio mientras que el trueque continuaría como intercambio popular. Las transacciones comerciales con otros países del entorno de Egipto obligó al creciente empleo de otros patrones de cambio como la moneda en el año 325 a. d. n. e. con el reinado de Acoris.

El sistema de trueque del periodo predinástico le sobrellevaría una serie de avances tanto burocráticos como administrativos del dinástico, evolucionando hacia el uso de diferentes productos hortícolas como sistema monetario.

Una vez alcanzada la estabilidad social y el alto grado de poder económico los productos hortícolas serían reemplazados por metales como valor monetario. El deben (dbn), equivalente a 91 gramos, era la principal medida de peso junto con el qedety (qdt), su décima parte. En el Imperio Nuevo los medios de pago o el “dinero” empleado serían los anillos de cobre y de oro de un peso determinado.

En términos generales el comercio exterior era de competencia del faraón. Asimismo es de gran interés anotar, que el metal oro explotado en las minas orientales fue utilizado como patrón de medida en las transacciones comerciales: el Šat equivalía a siete gramos. A pesar de todo ello, el sistema preponderante en las costumbres mercantiles del pueblo natural seguía siendo el trueque relegándose el régimen de los metales o moneda a ciertos estratos sociales y la población egipcia no la utilizó hasta época muy avanzada, sobre todo en la dominación persa. En las grandes negociaciones los escribas evaluaban las mercancías en Šats, pero esta medida no se transformó en moneda. Por tal motivo el estado retribuía en especie.

Con referencia a la propiedad de la tierra y a las relaciones sociales, son muy escasos los datos que se tienen. Por lo que se conoce de la época tolemaica, los egiptólogos han partido de la premisa de que el faraón era jurídicamente el único propietario de la tierra. Sin embargo, se sabe asimismo por documentos de la III y IV dinastías que las tierras y el ganado podían venderse y dejarse en herencia. Desde luego, el faraón poseía formidables predios y con la opción favorable de poder incrementarlos indefinidamente, ya que además le ganaba tierras al desierto mediante la técnica de irrigación donde solamente el estado como tal podía hacerlo. En consecuencia, estas posesiones eran arrendadas a “funcionarios especiales”; con lo recaudado el rey hacía sus dotaciones a templos y nobles, quienes a su vez engrosaron –a finales del período imperial– sus patrimonios enormemente.

La aldea agrupaba la gran masa poblacional, quien venía a ser el grupo económico que reglamentaba la repartición de las aguas y ostentaba haciendas comunales.

En cuanto al rango social, encontramos en primer lugar al rey y la familia real. El faraón es monarca por «derecho divino». Tiene todos los poderes: militar, administrativo, judicial y religioso. Para gobernar el país dispone de un enorme equipo de burócratas, encabezado a partir de la V dinastía por un primer ministro o visir. Éste era el jefe de los ejércitos y el juez supremo al frente de los seis grandes tribunales; tenía la responsabilidad de cobrar los impuestos, la vigilancia del tesoro y del arsenal, los trabajos de irrigación, el funcionamiento del servicio de la corte, todo estaba bajo su control. Para tal efecto contaba con la ayuda de los jefes de misión, que eran los comisionados de articular con la administración provincial. Cada localidad debía de contar prácticamente con iguales servicios que la corte central, aunque en menor escala. Es preciso afirmar que la descentralización administrativa se había hecho tan indispensable como la centralización del poder político.

Después –si bien formando parte de de la clase dominante– le sigue en importancia de categoría social la vieja aristocracia de los nomos y el alto sacerdocio. En torno a la corte y a la administración de las provincias, se destaca una inmensa clase de empleados, en que algunos de ellos se convertirían en notables señores, gracias a las distinciones del faraón. Dentro del personal administrativo sobresalen los escribas, integrantes del servicio estatal organizado y permanente.

En el IV milenio se estimuló el invento de la escritura debido a la imperiosa necesidad de anotar las observaciones acerca del nivel del agua del río Nilo, las transacciones comerciales, las contribuciones, etc. En efecto, la escritura se convirtió en ese momento histórico en la profesión favorita debido a que además, se daba la oportunidad a ser promovido socialmente. Por consiguiente, desde el Imperio medio el tema se volvió usual en la literatura egipcia sobre la rivalidad entre la vida entregada del escriba y la severidad de otras labores cotidianas. De la misma manera los investigadores afirman que en los campos y talleres –del faraón, de los templos y de los nobles– era costumbre ver cualquier cantidad de hombres libres desempeñando diferentes oficios: panaderos, carpinteros, canteros, fundidores, tallistas, orfebres, alfareros, etc. Asimismo el campesino, como es de suponer, tampoco tenía una condición satisfactoria, destinado a laborar la tierra y periódicamente lo reclutaban para obligarlo a trabajar en las grandes construcciones.

La esclavitud es conocida desde el IV milenio. Al igual que los antiguos estados de Babilonia y Asiria en la Mesopotamia, la principal fuente de suministro surgía de las conquistas alcanzadas por las campañas militares como lo relata Snefru. También se tiene conocimiento a través de las distintas inscripciones sobre el sometimiento a la esclavitud de hombres libres. Del mismo modo se ha calculado que la población de esclavos era superior a la de los campesinos empobrecidos y que además no formaban un sector aparte en la producción. El número de esclavos suficiente como para tener cierta importancia social se dio sólo en algunos periodos, especialmente en el Imperio Nuevo. De la misma forma debemos resaltar que en esa época no existía una regulación jurídica sobre la esclavitud.

A los esclavos se les permite tener familia (a esta esclavitud se le denomina patriarcal), aparte de los nobles, en el clero, también existen los esclavistas, durante este periodo la construcción de la mayoría de monumentos fúnebres estuvo a cargo de esclavos.

Por otra parte es interesante señalar que la mayoría de los propietarios de ganado eran nobles, los campesinos comercian sus productos a través del estado y el estado a su vez abastece al campesino de materias primas en raciones, dándoles pocas posibilidades de que obtenga ganancias por lo producido. Igualmente debemos agregar que cualquier construcción a realizar, debía ser con el beneplácito del estado, las causas del fin de este periodo parecen ser las grandes construcciones que debilitaron la economía, y debido a los nomos que reducían el pago de impuestos para construir sus propios templos.

Para finalizar, nos atrevemos afirmar que a pesar de su magnífica situación en la confluencia de los caminos del antiguo mundo, Egipto nunca llegó a ser un gran imperio comercial como lo fueron los países de la Mesopotamia y Siria. No obstante debemos resaltar que fue, probablemente, el primer país en dominar el mar y comerciar a través del mismo. A él se le deben los principios de una agricultura sistemática y la aparición de un control centralizado de la vida económica instituido sobre bases burocráticas. También destacamos el desarrollo de la industria, en especial la construcción de barcos que fue muy próspera, lo mismo la del curtido de pieles que ocupaba un número considerable de personas.

Referencias Bibliográficas
1. Bases económicas de Egipto durante el imperio nuevo. Pérez Armiño, Luis. En Internet:

2. Cultura Egipcia. Domínguez Velasco, Luis Enrique y Sotelo Mora, Ricardo. En Internet:

3. Diccionario Enciclopédico Lexis 22. Círculo de Lectores. Tomo Nº 7. Barcelona, 1976.

4. Economía Política. Nikitin, Ptr Ivanovich. Primera edición. 3R Editores Ltda. Bogotá. Marzo. 2003.

5. El Capital. Marx, Carlos. Vol. I y III. Decimatercera reimpresión. Editorial Fondo de Cultura Económica. 18 de mayo de 1977. Bogotá. Colombia.

6. Esclavitud Egipcia. Valdés, María Alicia. En Internet:

7. Evolución de la Economía. Gutiérrez Rincón, Antonio. G. Cotes publicidad. Barranquilla. Col.

8. Historia Universal Comparada. Hans H. Hofstätter y otros. Tomo I. Editorial Plaza & Janes S. A. Barcelona. España. 1977.

9. Historia Universal Planeta. Editorial Planeta, S. A. Tomo I. Barcelona. España. 1977.

10. La agricultura Egipcia. Pérez Armiño, Luis. En Internet:

11. La esclavitud en Egipto. Pérez Armiño, Luis. En Internet:
http://www.portalmundos.com/mundoegiptologia/economia/esclavitud.htm.

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