domingo, 26 de agosto de 2007

La Masonería y el Pensamiento Político Aristotélico


Por: Mario Morales Charris 33º
Ven:. Maest:. Resp:. Log:. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp:. Gr:. Log:. del Norte de Colombia

Pres:. Gran Consejo de Cab:. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám:. 30°


Para conservar una metodología, es preciso comenzar nuestro estudio definiendo lo que es la política.

El diccionario de la Real Academia Española la define como el “Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados”. “2. Actividad de los que rigen o aspiran a regir los asuntos públicos”. “3. Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”. “4. Cortesía y buen modo de portarse”. “(…)”. “6. Orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado”. En todo caso podríamos decir que es la parte de la ciencia del gobierno que abarca todos los fines de la asociación civil y sus orígenes y derivaciones.

La base, la naturaleza de la política, es el conocimiento del ser humano. Por tanto, de ese conocimiento nacen o proceden las instituciones civiles y políticas.

Como quiera que la naturaleza de nuestra Institución es el ser humano, preguntamos: ¿entonces la Masonería es una organización política? ..¿interviene en política?

Quienes piensan que la Masonería es una organización política, están totalmente equivocados, porque en su contexto esencial, su campo de acción es el ser humano, eso es cierto. Pero, se manifiesta de esta manera como una agrupación plural que actúa mediante la cadena de unión en la colectividad, donde el respeto a las libres opiniones individuales se engrandece por la exaltación compuesta de una relación de principios, que forman la médula espinal de la filosofía Masónica. No es un partido político, pero el Masón no debe estar al margen de los grandes problemas políticos de los pueblos y del mundo entero.

En el seno de la Masonería conviven hombres de diversos partidos democráticos y de diversas concepciones sociológicas, mientras sean respetuosos y tolerantes. Desafortunadamente –como lo expresamos en nuestro ensayo, publicado en la Plancha Masónica Nº 7, p. 28– donde decimos, “(…) para que permanezca callada, ciega a la realidad que la rodea y de espaldas a sus orígenes, el mundo anglosajón dispuso que la Masonería no debe participar en política, ni opinar de religión y, aquella Obediencia que lo haga será declarada “irregular”, desconocida y apartada de las Grandes Logias autoproclamadas “regulares” (…)” Pues bien, nosotros tenemos otro perfil filosófico como Masones progresistas q somos. Es cierto que dentro de los objetivos la Francmasonería admite de su membresía ideologías democráticas y sensibilidad social, como exigen que la Masonería deba actuar, cada tiempo y lugar, en el contexto político-social en que desarrolle su actividad. Pero, no mediante la lucha partidaria, opción legítima de cada Masón, sino en el ámbito moral e intelectual de la reflexión y del análisis, de las ideas, etc. Es en este contexto donde el trabajo de la Masonería debe ser, además, política y socialmente influyente, debido a que se trata, al fin y al cabo, de perfeccionar la verdad. Así lo leemos en su triple postulado, de libertad, igualdad y fraternidad, como en el de justicia y equidad. Éstos, inequívocamente fines políticos, y como tales socialmente trascendentes, conforman el ideario Masónico: un conjunto de conexos que la Masonería y los Masones tenemos, en cada momento y circunstancia, la obligación de resguardar y promover. Como también para evitar que nuestra civilización se quebrante, incapaz de sostenerse ante la crisis de valores, el avance de la ciencia, la tecnología, el poder del dinero y la concentración de capitales, reflejados en la conformación de bloques y modelos económicos en detrimento de la gran mayoría de la sociedad en el mundo, que es la más pobre, generando de este modo, desigualdad, injusticia e inequidad social. Por estos motivos, siempre hemos afirmado y no nos cansaremos de decirlo que, en un Estado de gobierno las variables de lo social, político y económico, van cogidas de la mano, son inseparables. Por consiguiente, para la Masonería como Institución Social, le es imposible darle la espalda a la política. Pero lo que no es ni ha sido jamás, es un partido político ni una organización militante al servicio de tal o cual encumbrada personalidad.

Indudablemente que la Revolución Francesa, la lucha de independencia por la emancipación de los pueblos coloniales de América, hasta la estructura jurídico–política de República que adoptaron todas sus Constituciones, llevan el innegable sello de las ideas y acciones Masónicas porque los hechos del momento histórico así lo exigía. Luego, la Francmasonería como Institución esencialmente humanista y libertaria, no debía ni podía darse por desentendida a la realidad de ese momento histórico, a pesar de no ser, repetimos, un grupo político, tenía que participar por la libertad para que reinara la paz. Precisamente por su talante de liberal y su rechazo al totalitarismo, la Masonería ha sido siempre perseguida por todas las dictaduras, desde el comunismo hasta el fascismo, podemos citar como ejemplo, entre otros, a Hitler, Stalin, Mussolini, Franco, etc.

Ahora sí, teniendo claro los conceptos de política y qué pensamos los Masones progresistas con relación a ella, procedamos a exponer sucintamente, por cuestiones de espacio, el Pensamiento Político Aristotélico, que es nuestro objetivo. Asimismo, daremos a conocer nuestra posición frente a la Doctrina de Aristóteles.

De pronto estamos equivocados, pero podríamos afirmar que un número importante de las personas ilustradas tienen, de un modo u otro, idea sobre el pensamiento de Aristóteles. Es de anotar, que la concepción de un Aristóteles que habría nacido con el sistema filosófico ya formado en su cabeza, como pretenden darlo a conocer algunos teóricos, es falso. Pues, era el producto y compilación de la filosofía de su tiempo y de épocas anteriores. Por consiguiente, Aristóteles no hizo más que sistematizar los hechos que tenía frente a él más los resumidos de períodos pasados. En todo caso, de esta doctrina emergen sinceramente todas las formas políticas que han regulado el mundo antiguo y de los cuales se han esparcido algunas ramificaciones a las sociedades modernas y posmodernas.

De este modo, distinguimos en la filosofía aristotélica tres fases fundamentales:

La primera es la de la Academia. Aristóteles nace en el año 385 antes de esta era, en Estagira, aldea de la Macedonia, de manera que pertenece a la periferia de la cultura griega. En el 367 se traslada a Atenas y se incorpora a la Academia platónica. Las obras de esa época expresan palmariamente la influencia platónica, aunque de ninguna manera se les puede negar originalidad.

La segunda comienza con el alejamiento de la Academia, en el 347, que coincide con la muerte de Platón. Se dirige a Asos, Asia Menor, donde reinaba Hermias, de quien se transforma en consejero e inicia sus investigaciones biológicas. Luego pasa a Mitilene, en la isla de Lesbos, donde se encuentra con Teofrasto que será su gran amigo, y finalmente a Pela, Macedonia, como preceptor de Alejandro, el hijo del rey de Macedonia, Filipo II. Esta etapa dura del 347 al 335. Es una etapa intermedia, en la que Aristóteles va madurando su propio pensamiento, entablando una aguda discusión tanto con el Platón real –el de los diálogos que conocemos– como con el Platón que él llevaba dentro.

La tercera etapa, que podemos denominar propiamente aristotélica, transcurre nuevamente en Atenas, en la que funda el Liceo. Aristóteles ya ha madurado su propio pensamiento. Funda la escuela peripatética. La etapa se extiende desde el 335 al 323, cuando muere Alejandro Magno y crece en Atenas el clima antimacedónico. Aristóteles se traslada a la isla de Eubea, donde muere al año siguiente. Pues bien, pero ¿qué planteaba Aristóteles en su filosofía política? Éste la construye sobre su pilar fundamental, la naturaleza del hombre, concebida como social.

Según Aristóteles, genéticamente, el individuo y la familia son anteriores al Estado (polis), pero naturalmente, no. Las familias surgen de la necesidad de la especie humana para procrear y subsistir como especie. Esta es la unión primera entre hombres.

Es imperioso ver como se forma progresivamente, a través de sus partes, la polis (ciudad-Estado) si se quiere lograr una entera compresión de la función que cumple la naturaleza del hombre en la teoría aristotélica. Aristóteles entiende que los hombres, en un principio sólo se reúnen en familias. Luego, por necesidad, muchas de estas familias conformarán aldeas, y por ultimo, del mismo modo, muchas aldeas constituirán la polis. Pero en este recorrido desde la familia a la polis la teoría aristotélica deja entrever que la evolución lograda no es cualitativa, sino que simplemente es cuantitativa. Esto implica que la polis no es sino la prolongación de la naturaleza que en un principio fue artífice de la formación de la familia. No hay una ruptura, el proceso que une la familia a la polis es continuo. Y tal continuidad muestra de ineludible manera que el desarrollo es único y circunscrito por la naturaleza. Efectivamente, para la teoría aristotélica, la naturaleza logra su propósito en el fin del camino: la polis (ciudad o Estado).

Lo antedicho trae implícito que Aristóteles entiende que lo que caracteriza de manera suma a la naturaleza del hombre es el existir de modo integrante. Escribe: "...se colige claramente que la ciudad es una de las cosas más naturales, y que el hombre, por su naturaleza, es animal político o civil...". En otras palabras, Aristóteles nos está dejando entrever a través de esta afirmación que tan sólo en la polis la naturaleza fundamental del hombre se expresa de manera plena. Asimismo, refiriéndose a la polis, manifiesta: "...aquello por cuya causa es lo demás y que es su fin, es lo mejor de todo, pues la bastante suficiencia es el fin y lo mejor". Dicho de otro modo, todas las relaciones llevadas a cabo entre los hombres tienden, de manera teleológica, a su estado de mayor naturaleza: la ciudad. Lo que significa que carecerán de sentido de suprimir a esta ultima. Si recordamos la metafísica de Aristóteles el fin forma parte de la causa. La naturaleza que en un principio da como resultado la familia y logra su fin en la polis, es la razón de que la polis, interpretada como un todo, sea la causa de cada una de sus partes.

Pero esto no es todo, por esta razón todas las relaciones que se den quedan justificadas como naturales bajo la unidad orgánica de la polis. Así, de esta manera, se puede aseverar que es algo natural que algunos hombres queden sometidos bajo otros hombres. Comprender esto no es tarea complicada siguiendo el próximo esquema: la ciudad es la manifestación máxima de la naturaleza del hombre, por ende cada una de sus partes, de la misma forma, también lo es, y ya que la realidad de la familia sólo se justifica desde la polis, y por eso es manifestación de la naturaleza del hombre, todas las relaciones que en ésta se dan son del mismo modo. Como resultante de esto se tiene que es totalmente pertinente a la naturaleza del hombre la relación entre el amo y el esclavo. Aristóteles no puede comprender otra manera de funcionamiento de la familia, pues recordando sus propias palabras podemos decir que si los peines por sí mismos tejiesen y la pluma por sí misma tocase la cítara, como los instrumentos de Dédalos, los señores, y como tal las familias, no tendrían necesidad de siervos. O sea, el esclavo es funcionalmente imprescindible para la familia y, por ello, indispensable para la polis.

Por consiguiente desde la naturaleza gregaria del hombre, que llega a su fin en la polis, quedan entendidas como totalmente idóneas las diferentes jerarquías. En otras palabras, si entendemos esta cuestión como Aristóteles lo hace, entre los hombres hay unos que nacen para ser amos y otros que nacen para ser esclavos, y esto se debe a que la naturaleza provee a unos de las cualidades necesarias para la obediencia y a otros de las necesarias para el mando.

La naturaleza en esta teoría divide a los hombres en dos tipos, unos libres y aptos para la vida social, los otros simplemente esclavos. Aristóteles lo explica de la manera siguiente: "Porque el regir y el ser regidos no solamente es cosa que la necesidad requiera, sino también cosa conveniente; y ya desde el nacimiento de cada uno salen unos para ser mandados y otros para mandar". Entendido de esta manera la celebre naturaleza política de los hombres formulada por esta teoría sólo abarcaría a los libres. O también puede resultar que Aristóteles no considere hombres a los siervos, sino sólo un artefacto de la oikia o casa (esta cuestión es muy discutible). Una manera más simple de explicarlo, y la que elegiremos aquí, será que esta naturaleza del hombre, que es ser animal político o civil, es la que da como resultado las jerarquías, y que por esta razón quienes consten de ésta serán divididos en amos y esclavos; de ahí que Aristóteles entienda no sólo como necesario, sino también como conveniente, que algunos obedezcan.

Aristóteles justifica la esclavitud (aunque en rigor no concibe otra posibilidad y por lo tanto formular justifica es inadecuado) entendiendo al siervo como un instrumento del que el amo puede valerse, y no porque haya una ley que así lo disponga, o una convención, sino que el siervo es de su señor porque su condición natural lo requiere de esa manera. Por eso escribe: "Todo aquel que puede ser de otro es naturalmente siervo, y por esto se dice ser de otro el que hasta tanto alcanza razón que pueda percibirla, mas no la tiene en sí". La naturaleza aquí claramente juega un doble papel, los cuales derivarán naturalmente en las jerarquías; por un lado a todos los hombres los hace gregarios, y por otro lado les entrega diferentes capacidades intelectuales y físicas.

El soporte del que parte Aristóteles, el hombre como animal político, no solamente se reduce a una simple argumentación teórica de la esclavitud o de las jerarquías, verlo de esa manera es pecar gravemente de descuido. Aunque bien, este fundamento es la base de la que parte Aristóteles para poder concebir que haya naturalmente algunos hombres libres y otros siervos, diferencia crucial e indispensable para el funcionamiento de la polis griega. Tal pilar es una categoría absoluta propia del grado de abstracción vital para la filosofía. Aristóteles, en otras palabras, no hace más que tomar como ente de su epistemología a la polis, hace una hermenéutica formidable de lo social, y tal labor finalmente lo lleva a concebir que la esencia de ésta se encuentre en la naturaleza del hombre, hombre que evidentemente es entendido como político.

En resumen el hombre libre es el único que ejerce los derechos políticos, debido a que es quien los posee, como esposo, manda a su esposa; como padre a sus hijos, y como amo a sus esclavos. También son distintos en sus virtudes y sus deberes. Sin embargo, lo que nos interesa hacer notar es que Aristóteles considera iguales a todos los hombres libres, y que, según él, todos deben igualmente ser llamados al ejercicio de los derechos y deberes políticos.

Por lo visto, las comunidades primitivas y la esclavista justificaban la desigualdad social por otra desigualdad natural entre los seres humanos. Luego, tenían ideas mucho menos justas y mucho menos elevadas sobre la naturaleza del hombre que nosotros. Pero, no podemos desconocer que de sus ideas brotaban resultados más rigurosamente lógicos que los nuestros.

Es de gran valor, antes de continuar con nuestra exposición, aclarar que Aristóteles vivió en una época en que las relaciones de explotación del hombre por el hombre, era precisamente el esclavismo. Estas relaciones tenían como base la propiedad privada tanto de la tierra, las herramientas, como los trabajadores o esclavos. Los hombres esclavos eran considerados como unos instrumentos parlantes. Luego, no pudo visionar más allá de lo que veía en su momento histórico y de lo que había investigado de las comunidades primitivas. En todo caso, los aportes que hizo a la filosofía y a la ciencia en general son tan valiosos, que en plena época posmoderna, todavía los estamos estudiando.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, preguntamos, ¿cuál es la posición de la Francmasonería sobre el Pensamiento Político Aristotélico?

En primer lugar, podemos señalar que la Masonería admite la igualdad original del ser humano. Éste cualquiera que sea su entorno social, lo consideramos como un ser inteligente, dotado de voluntad y de razón que lo diferencia del resto de los animales. Por ello, todos los seres humanos son para nosotros naturalmente libres, lo que para Aristóteles y los antiguos era apenas una minoría muy reducida. En consecuencia, nosotros los Masones reconocemos que en la humanidad no existen dos especies de hombres sino una sola, por lo que no podemos estar de acuerdo y por ende, censuramos el pensamiento de la esclavitud.

En segundo lugar, podemos afirmar que los elementos constitutivos de las sociedades actuales, son totalmente diferentes a los que se encontraban en la era en que vivió Aristóteles. Por consiguiente, valdría la pena resumir en dos puntos nuestros principios en relación con la materia: a) que todos los individuos de la raza humana, naturalmente iguales, poseen naturalmente derechos idénticos y b) que estos derechos proceden o se originan de su propia naturaleza.

Tercero, somos concientes de que no todos los individuos de la raza humana son igualmente aptos para ejercer el poder. Que en la sociedad existen diversas funciones. Pero, asimismo hay seres humanos con aptitudes diferentes. Por lo tanto, estas diferencias no pueden ser consideradas como señal de una desigualdad específica. De la misma manera, las funciones no pueden ser un privilegio para algunos y una carga para otros. Todos deben ser igualmente admitidos. La equidad quiere que así sea y la política lo ordena. Ahora bien, planteamos esto porque sabemos que la equidad junto con la justicia, la sabiduría y la fuerza es una de las bases que hacen indestructible a la Masonería. También es evidente que el objetivo de la política no solamente es organizar internamente la sociedad. Se necesita igualmente que arregle las relaciones de las distintas sociedades entre sí. En el caso, por ejemplo, en que exista diferencia entre los ciudadanos en el seno de una sociedad, para eso está la justicia quien resolverá tal discrepancia y todos están obligados a someterse a su fallo. Indudablemente, la justicia para nosotros los Masones es una virtud moral que inspira el respeto de los derechos de otros, y que hace que se dé a cada cual lo que le pertenece. En cambio de nación a nación no existe jerarquía sino soberanías. De ahí, que no hayan jueces y por ello, en las transacciones internacionales cada quien se obliga hacer justicia por sí mismo. Por desgracia, los países más fuertes económica, militar y políticamente son los encargados de “administrar justicia” entre los pueblos del mundo. Trayendo como consecuencia la guerra, lo que a su vez se convierte en desolación, barbarie y violación de los derechos humanos, con lo cual y por principio nunca podremos estar de acuerdo.

CONCLUSIONES:

1. Aun no siendo la Masonería una organización política, y ocupándose, como lo hace, principalmente de la evolución personal de cada hombre, resultaría absurdo que forjase guerreros del progreso y conductores de la humanidad y les prohibiese toda actividad política, ya que en la realización de logros concretos, está la justificación histórica de la Institución. De lo cual resulta que, individualmente, los Masones sí intervienen activamente en la política de sus países cuando la ignorancia, el fanatismo o la ambición, tratan de sojuzgar a los pueblos.

2. La Masonería debe hacer sentir su voz, contribuir y continuar con su esfuerzo por la fraternidad universal de culturas y sentimientos, ratificando su obligación o responsabilidad con la razón y con el amor, únicas herramientas idóneas o sabias para orientar la sociedad. Esto, como un medio para el progreso de los hombres y de la humanidad, como una organización que destaca el valor preponderante de la libertad y el esfuerzo sublime a la vida, la democracia como forma superior de convivencia, la tolerancia, el respeto y la paz.

3. Para Aristóteles “la polis (ciudad-Estado) es una de las cosas naturales”, es decir, de las cosas “por naturaleza”, por esencia. El hombre es “por naturaleza”, por esencia, un “animal político”, esto es, “un animal de la polis”. En lugar de “animal político” se suele traducir “animal social”. Entendemos que de esa manera no se es fiel al verdadero Pensamiento Aristotélico. Aristóteles afirma que la participación en la polis como ciudadano es algo “por naturaleza”, algo esencial al ser humano.

4. Aristóteles cree, que entre los hombres hay unos que nacen para ser amos y otros que nacen para ser esclavos, y esto se debe a que la naturaleza provee a unos de las cualidades necesarias para la obediencia y a otros de las necesarias para el mando. Para la Masonería, todos los hombres por naturaleza son iguales, Por tanto, censuramos la esclavitud.

Referencias bibliográficas
  1. La Política. Aristóteles. Editorial Bedout, S. A. 30 de abril de 1982. Medellín.
  2. Etica Nicomaquea, Aristóteles, México, UNAM (2da ed., 1983). (Edición bilingüe. Traducción de Antonio Gómez Robledo).
  3. Ética como amor propio. Sabater, Fernando. Editorial Grijalbo. 8 de octubre de 1998. Barcelona.
  4. Filosofía política aristotélica. Dri Rubén. En Internet.
  5. En Defensa de la Masonería. Acereda, Alberto. En Internet
  6. Masonería y Política. Revista Masónica La Acacia Nº 5. Logia Miguel Servet. España.
  7. Reflexiones sobre el Pensamiento Masónico Inglés. Morales Charris, Mario. Revista Plancha Masónica Nº 7. Gran Logia del Norte de Colombia. Barranquilla.
  8. Masonería y Sociedad. Página Oficial de la Respetable Logia Simbólica “Ollincipactli” No. 227. México. D. F. En Internet.
  9. La Masonería, interviene en política. José Valdemar Portillo López. México. En Internet.
  10. Ética y Política http://www.cibernous.com/autores/aristoteles/teoria/etica/etica.html
    11. Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Frau Abrines, Lorenzo. Tomos I y II. Editorial del Valle de México. 30 de septiembre de 1981. México. D. F.
    12. Diccionario de la Real Academia Española. Vigésima edición. Editorial Espase-Calpe, S. A. 24 de diciembre de 1984. Madrid, España.

No hay comentarios: